PREVENCION DE ADICCIONES - 2016 - 1era.Parte
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PREVENCION DE ADICCIONES - 2016 - 1era.Parte
ADICCIONES: "UN INTENTO FALLIDO DE RESOLVER EL MALESTAR"
AUTOR: Rubén Darío Moliner Blanco
Introducción:
Desde épocas remotas el ser humano ha buscado en la
naturaleza, y de manera especial en el reino vegetal,
sustancias que calmaran su dolor y mitigaran su tristeza, que
aplacara su fatiga y combatiera su insomnio. Parece que
siempre ha existido una necesidad de, alterar el nivel de la
conciencia, cambiar las percepciones y por lo tanto la
imagen del mundo.
Ya el hombre primitivo rendía culto a diversas plantas por el
estado de alucinación que provocaban, utilizándolas en sus
ceremonias religiosas o para predisponer a los hombres para
las guerras e incitar la belicosidad de los guerreros durante el
curso de las batallas.
El uso problemático de sustancias, y el consumo de drogas
psicoactivas, en particular, representa en la actualidad un
grave problema, tanto para el individuo, como para su
familia y la sociedad en general.
Hoy ya no hablamos de la “droga de la Mística y el Nirvana"
de la “droga de la curiosidad", ni de la "droga de la
rebeldía"; sencillamente, hablamos y nos enfrentamos ante la
epidemia de la “droga como subrogante de la
discapacidad”. Una droga que intenta compensar una
discapacidad vinculada a lo actitudinal, (al manejo de la
ansiedad, la angustia, el estrés, la frustración,
discapacidad para manejar emociones, para comunicarse, para divertirse,
para resolver conflictos, enfrentar momentos de crisis, o bien
sobrellevar el malestar).
También hoy hablamos de "la droga del vacío interior",
mediante la cual el sujeto intenta fallidamente alcanzar “la
plenitud o completud”, ante una sociedad atomizada,
sumamente exigente y demandante. La droga, como tantos
otros objetos, cobra allí un sentido, que se impone por
defecto, a otros valores que dan plenitud y sentido a la vida,
una droga que no hace a nadie feliz; pero, a muchos, es lo único
que los consuela, del hecho, de no serlo.
Hace relativamente pocos años que se han reconocido a nivel
mundial, las graves consecuencias individuales, familiares y
sociales que derivan del uso de sustancias tóxicas, y esta
preocupación, siempre en crecimiento, ha dado por
resultado que se tomen acciones de prevención, de
tratamiento, de legislación, de control del narcotráfico, de
coordinación y de acuerdos internacionales.
En verdad, los jueces no acuerdan como sancionarla con certeza, los
legisladores disienten entre tratarla como enfermedad o
como delito, la ciencia poco opina sobre su patogénesis, y
mientras tanto el narcotráfico hace su negocio y el fenómeno
avanza, dejando como saldo, cada vez más excluidos por
causa del consumo de sustancias psicoactivas.
Mientras tanto, la sociedad en general, no puede darse
cuenta que el consumo de drogas, entre otras patologías,
son manifestaciones de un malestar que subyace a las sustancias
u otros objetos, y no un problema en sí mismo. Que en su
seno existen sujetos frustrados, con bajas esperanzas o
expectativas, con cada vez menos utopías e ilusiones, sujetos
afectivamente abandonados, incomunicados y con escasa
“capacidad de respuesta” a lo anterior. Sin embargo,
todavía se escucha hablar de la "lucha contra las drogas",
cuando en realidad, ellas son solo el resultado, la
consecuencia, y no la verdadera causa a combatir o prevenir.
Ésto me recuerda, una historia que hace unos años
me contaron: En una ciudad de Córdoba - Argentina- había un
río muy caudaloso, donde cada vez se ahogaban más personas
y para contrarrestar esta lamentable situación, contrataron cuatro
guardavidas; al ver que la situación continuaba contrataron otros
cuatro y pasado un tiempo todo seguía igual o peor; hasta que
uno de ellos (guardavidas), fue río arriba y encontró que la baranda
de un puente de este río estaba rota y por ahí se caían las personas;
arreglada la baranda ya no había necesidad de tantos guardavidas
ya que la causa estaba resuelta. Con esto quiero decir: No hace falta
más efectivos de seguridad, más leyes o más rígidas, o condenas
más fuertes, hace falta ir río arriba, revisar como ejercemos la
socialización primaria y secundaria y ver en que estamos fallando.
No sera que estamos humanizando y/o socializando mal ?
No sera que no estamos generando anticuerpos sociales necesarios
en nuestro niños, para sobrellevar la vida y sus circunstancias ?
No le estaremos mandando cada vez mejores clientes (huéspedes
predispuestos) al narcotráfico ?
Cuando hablamos del consumo de sustancias tóxicas, existen
infinidad de explicaciones, respuestas, apreciaciones,
diagnósticos o representaciones sociales que están
directamente vinculadas al enfoque teórico o a la formación
profesional desde donde se observe este fenómeno mundial.
Se esboza una multiplicidad de razones o variables, que
actúan en diferentes niveles y proporciones (psicológico,
económico, médico, político, social), que empujan o
condicionan a “individuos vulnerables” (Huéspedes
Predispuestos según la OMS), a buscar una vía de escape al
subjetivo malestar, a través del uso de una sustancia o
conducta determinada, iniciándose así, en un proceso de
deterioro personal, con consecuencias bio-psico-sociales de
alto grado y riesgo para si y para terceros.
Entre las causas que inciden y condicionan para ejercer esta
conducta de consumo, y como factores que pueden jugar un
papel importante para que alguien decida probar o consumir
drogas, visualizamos: la búsqueda de experiencias nuevas y
sensaciones intensas, imitar a sus pares, curiosidad, la
atracción de lo prohibido y lo peligroso, la necesidad de
provocar al conservadurismo de la familia y de la sociedad,
de llamar la atención, como también el fácil acceso a las
drogas. Pero también sabemos, que para volverse adicto/a,
no es suficiente con probar, sino que se necesita de la
concatenación de factores determinados como por ejemplo:
además de un “huésped predispuesto”, un contexto
determinado, un consumo sistemático, en un proceso que
tiene sus raíces más profundas, en la necesidad imperativa de
"escapar" de una realidad insoportable (personal, familiar o
social), la cual es una fuente de malestar que lo condena a
una vida sin sentido. En estas condiciones, las drogas
funcionan como un vehículo de escape, como una vía de
alivio o un anestésico para el dolor del alma humana, que
aparece como "una solución" a sus problemas insolubles.
Tampoco podemos ignorar, al decir de Sigmund Freud, en
“El malestar en la cultura” y otros ensayos, que existe un
malestar originario, inherente a todo individuo, donde el
ideal de felicidad se diluye, y que para este malestar, no hay
ningún remedio ni existe la calidad de vida, más bien buscar
una mejor calidad de malestar, una manera de que hacer con
este malestar, y es aquí donde la conducta personal y
sintomática de consumir drogas, es producto de la
incapacidad de la persona, para encontrar alguna salida a
sus crisis y malestares.
Como dice la OMS, (tomando a la "salud" en el más amplio
sentido de la palabra y no restringiéndola a lo biológico) “la
adicción es una respuesta negativa, ante los retos del
ambiente”, cayendo progresivamente en la dependencia a
sustancias como un modo de vida definitivo, y así, poco a
poco, el consumo y abuso de drogas y una potencial
adicción, se habrán convertido en una necesidad artificial,
pero real e imperativa.
También la OMS habla de un “huésped predispuesto”, o bien
un individuo con características particulares que lo hacen
vulnerable frente a determinadas circunstancias que lo
anulan o inhiben para responder satisfactoriamente.
(mencionando algunas características muy comunes como:
inseguridad, dependiente de sus otros importantes, viviendo
en un estado de continua chatura o pasotismo, insatisfacción,
malestar y un sentimiento de vacío interior que persiste
psíquicamente, incluso si el individuo consume grandes
cantidades de bienes de todo tipo). De este modo, el
consumo de drogas representa y compensa, pero a la vez
obtura, la búsqueda de todo lo que “falta” en su vida,
impermeabilizando toda fuente de satisfacción,
convirtiéndose en un medio de liberación del sufrimiento, el
dolor y la soledad. Las drogas, se presentan como la "salida"
de una
realidad intolerable, tomando gradualmente el lugar de "todo
lo que importa", y convirtiéndose en un sustituto artificial
que reemplaza a las cosas importantes de la vida, y al sujeto
en un ser apático e indiferente. Y si bien cumplen una
función para el individuo y le brindan un servicio, “las
drogas no perdonan” y la consecuencia de su uso, trae
trastornos a veces irreversibles e indeseables, como los que
se querían evitar.
Es claro que el consumo de drogas no es una enfermedad,
sino una conducta que puede llevar a enfermar, pero también
hemos dicho, que es una conducta que se comporta como
respuesta negativa o reacción inapropiada, frente a los retos
del ambiente o ante una subjetiva adversidad. Tan subjetiva,
que ante mismos escenarios y circunstancias, otros sujetos
con otro registro de la situación, responden de una manera
más conveniente o bien cuentan con otras herramientas para
hacerlo.
Según una de las teorías freudianas (Principio del Placer), el
propósito de nuestro aparato psíquico es evitar el displacer
(ligado al aumento de la excitación y la tensión inherente), y
por consecuencia alcanzar la satisfacción asociada a la
disminución de dicha tensión. El uso problemático de
sustancias, se lleva a cabo ante un estado de angustia que el
sujeto vive como catastrófico, desorganizante y bajo una
sensación de desintegración; con lo cual, lo que se busca es
acallar ese estado y restablecer un aparente equilibrio. A su
vez, progresivamente también, la ausencia de la droga se
convertirá en una realidad inquietante, desequilibrante y por
ende angustiante. (Según Más allá del Principio del Placer,
esto tendría otra connotación)
La experiencia nos muestra, que la mayoría de los pacientes
que concurren a los centros de atención especializados, son
sujetos que no demandan tratamiento, no traen síntoma, no
hay queja, no están divididos, no hay pregunta, no hay
reclamo, no consideran estar enfermos, no traen un
problema, sino por el contrario, creen tener la respuesta y la
“solución” a sus problemas (el consumo de sustancias). Y
algo de esto es cierto, sus muletas no son el problema, sino
lo que llevó a ellas y después también, la falta de ellas. Este
tipo de pacientes, monta un armado impenetrable, una coraza
por donde es muy difícil entrar o “hacer fisura”. Es por lo
cual que se hace necesario realizar maniobras y estrategias
terapéuticas, que permitan un quiebre, una brecha, una
división del sujeto. Un abordaje que permita avergonzarlo
(no moralmente, sino que se encuentre en falta), angustiarlo,
responsabilizarlo, implicarlo, que se haga cargo de algo de lo
que lo llevó a estar en un centro de rehabilitación y no que
permanezca ahí, por la orden judicial u otras razones
coercitivas. Dijimos no trae síntoma, ¿Si no hay síntoma, que hay?
En lugar de síntoma hay una conducta supresora que consta
de usar sustancias que anestesian el mal estar, y si se suspende
el mal estar, no hay síntoma, sino alivio.
A su vez, pareciera que las defensas psíquicas tradicionales
como represión, desplazamiento, negación, sublimación o
bien los mecanismos clásicos de la neurosis, no están
exitosamente configurados o bien, no son
suficientes y hay que reforzarlos con algo rápido y a mano
que borre la angustia o por lo menos la postergue. (Como
dice Hugo Mayer: “Con el consumo de sustancias el fóbico
sentirá que suprime sus miedos, el depresivo que levanta su
ánimo y el obsesivo que se alivia de sus auto-reproches”).
Por eso el consumo de sustancias es subjetivamente aliviante
aunque objetivamente perjudicante. En todo caso, esta
conducta es todo un síntoma, que se manifiesta como una
forma de decir, de clamar y re-clamar por medio del acto,
como reemplazo fallido de la palabra y a la vez operando
como obturadora de la misma.
Luego, pensando en las condiciones en que se acercan
algunos pacientes a los Centros de Atención, donde muchas
veces es por la orden judicial, cuando no por alguna otra
coerción familiar, laboral o relacionada a su salud física y
hasta refugiándose de su proveedor en busca de cobrarle, o
de la propia policía, o para provocar la conmutación de la
pena, habría que plantearse algún dispositivo que observe y
aproveche esta situación, para que este sujeto, que ya está en
el servicio, consiga registrar su beneficio y más allá de asistir
a las entrevistas pueda “entrar en tratamiento”. En mi
humilde opinión, quizá no haya que brindar en una primera
instancia un abordaje psicológico, ya que la terapia, requiere
de algunas condiciones básicas, que muchas veces no se da
en un principio ya que nos encontramos con sujetos sin
demanda, con escasa conciencia de enfermedad, baja
tolerancia a la frustración y a la espera, precariedad
simbólica, con pocas posibilidades del uso de la palabra para
mitigar la angustia y por lo tanto exigido a realizar una
descarga motriz (el acto de consumir). Por otra parte, el lugar
aparentemente pasivo del terapeuta, puede que no sea lo más
favorable para quien necesita, al menos en una primer
instancia, reglas, límites o pautas claras de parte de otro, a
quien se le supone un saber. (Pero esta es una reflexión que
dejaré abierta para la discusión).
En resumen, como consecuencias de la necesidad
compulsiva de consumir drogas, vemos como ésta, termina
por consumir al individuo, destruyendo toda otra necesidad y
deseo, bloqueando la comunicación de experiencias con
otros seres humanos, condenando al consumidor de drogas al
aislamiento del otro y al de su propio yo, como de sus
propios sentimientos, de la capacidad de expresar su
potencial en la vida social y cultural, de buscar y encontrar el
verdadero significado de una vida completa como sujeto. Así
el proceso de subjetivación y socialización de una persona
está bloqueado, ya que el lazo social humano ha perdido todo
significado para él y está quebrado.
Hoy nuestras sociedades vivencian fuertes cambios y permanentes
transformaciones, que la convierten en un sistema
sumamente complejo, especialmente en los últimos veinte
años. Un mundo dinámico, en el que han caído los muros
físicos, económicos, culturales y comunicacionales, en fin en
un mundo globalizado, y donde la problemática del consumo
de sustancias también se ha generalizado creciendo
rápidamente y desafiando los intentos que se hacen, para
lograr su prevención, control y/o erradicación.
El modo de prevenir y contrarrestar la problemática del
consumo de drogas, está directamente relacionado con la
participación de la mayor cantidad de actores sociales
organizados, y especialmente, con la invalorable e
insustituible intervención de los agentes de socialización
primaria, encargados de humanizar en los primeros años de
vida al sujeto, donde es más factible llegar con anticipación,
a lograr los anticuerpos personales y sociales necesarios para
contrarrestar los efectos de una presunta conducta
patológica, inducida por el ambiente, y poco rechazada o
resistida por un sujeto vulnerable.
En la socialización primaria, la formación de los niños, y
también de los adolescentes, debería ser una responsabilidad
compartida por toda la sociedad. Los ciudadanos, la
comunidad y las instituciones, deberían sentirse co-partícipes
junto con la familia y los centros educativos, en crear las
condiciones que aseguren la protección de los más jóvenes,
en su proceso hacia la edad adulta.
En la época actual, denominada por algunos expertos como
‘la era de la información’, niños y jóvenes se forman a través
de una red ampliada y muy diversa de influencias y
mensajes. Existe una heterogeneidad de entidades
socializadoras y culturizadoras que se suman y a veces
reemplazan a las tradicionales, (familia, escuela, iglesia,
clubes), como los medios de comunicación, internet, redes
sociales, etc., creando las condiciones para que los sujetos
desarrollen actitudes, comportamientos, relaciones, valores,
identidades, usos y costumbres, de un modo diferente a lo
conocido hasta no hace muchos años atrás. Esta red,
inevitable de influencias, debe entenderse, aceptarse e
incorporarse desde una dimensión integral y de conjunto,
pero aún está en proceso de construcción.
Hace dos décadas, se creó el concepto de “Ciudad
Educadora” con el fin de que la educación fuera parte del
tejido social, político y económico de una ciudad, pero no
pasó de ser un importante concepto. Hoy, veinte años
después, se hace imprescindible y esencial su conformación.
Sin olvidar, que si bien las nuevas vías de comunicación
sobrepasan las dimensiones de la ciudad, y la globalización
es una de las variables que también entra en el debate de la
formación y educación de las personas, siempre es en la vida
cotidiana y en el contexto más inmediato, en el que se
desarrollan las bases y fundamentos para la difícil tarea de
existir, y también es ahí, donde se pueden encontrar las
claves, problemas y soluciones que más directamente
influyen a la hora de prevenir.
Estadística
Un poco de estadística nos facilitará una mirada más
amplia del contexto mundial de esta epidemia. El fenómeno
es de características mundiales y se refleja en indicadores
que muestran su gravedad desde hace mucho tiempo. En
EEUU, por ejemplo, en 1996 dos millones de personas
usaban cocaína al menos una vez por mes. Entre los alumnos
del último año de secundario, el porcentaje de ellos que usó
alguna vez drogas en su vida ascendió del 40,7 % en 1994 a
54,3 % en 1997. Entre 1992 y 1997 el consumo de
marihuana en la misma población creció de 21,4 % a 42,3 %.
Ese país además tiene hoy entre 250 y 300 mil adictos a la
heroína. (Fuente NIDA, National Institute on Drug Abuse,EEUU)
Europa no está ajena a esta tendencia. Hay en su
territorio entre 750 mil y un millón de heroinómanos. Las
muertes por drogas en la Unión Europea, aun con la vigencia
de los programas de recambio de jeringas que previenen las
infecciones, continúan aumentando geométricamente. (Fuente
Observatorio Europeo de Drogas y las Toxicomanías)
En la Argentina, ya en el año 2000 según datos obtenidos en el Estudio Nacional
sobre Uso de Drogas, tres de cada cien personas mayores de 16 años,
consumían sustancia ilegales. De ellas 200 mil personas lo
hacían por lo menos 5 veces por mes. En estadísticas del año
2004 apareció una cifra del 8,6 % de consumidores de drogas
ilegales en la Argentina, en el segmento de personas entre los
16 y 26 años de edad. En el año 2006 en la Provincia de Bs.
As. ya existían 33.864 consumidores de drogas sintéticas en
personas de entre 16 y 26 años de edad.
Jamás en la historia se conoció un despliegue del
fenómeno de las drogas como en estas últimas décadas,
nunca las sociedades habían necesitado crear instituciones
específicas o métodos especializados como hasta ahora, por
eso hoy es preciso mudar estrategias de prevención, sacudir
estereotipos, explorar en terreno virgen, o bien atreverse a un
cambio de paradigma, de nuevas conceptualizaciones, que permitan
encontrar nuevos instrumentos, para enfrentar estos cambios.
Frente a este panorama que apenas es un reflejo lejano
de la realidad o quizá la punta de iceberg de una gran masa
de seres humanos, que no se ven, por estar debajo de la línea
del agua sufriendo esta triste realidad, debemos redefinir el
rol que nos toca como parte de esta sociedad.
Breves referencias históricas sobre el consumo de drogas
El uso de sustancias tóxicas no es un invento del siglo
XX, existe desde hace mucho tiempo atrás y hay referencias
bibliográficas que así lo confirman, como por ejemplo:
Homero, ya en la Odisea, dice que Elena usaba
nefenta, la nefenta es una variación del opio.
Egipto y Asia Menorconoció el opio como sedante.
En la Edad Media el opio y el hachís, eran de uso
cotidiano
En el siglo XVIIIse utilizaba el famoso láudano, que
era opio diluido en alcohol.
Los indios de México y del sudoeste de Estados
Unidos consumían brebajes de cactus y hongos
alucinógenos.
Los indios del Perúen la época de los conquistadores
españoles ya usaban la coca.
En los años veinte, en Buenos Aires, en los sectores
más pudientes económicamente hablando, los habitué de los
cabarets consumían cocaína y también morfina.
Por lo cual la historia de las sustancias no es nueva,
aunque la relación con ella si ha cambiado permanentemente
en los diferentes momentos y lugares de cada sociedad.
Las adicciones y los jóvenes
Desde hace años circulan discursos que categorizan las
adicciones como un problema de los jóvenes. Si bien la
problemática se extiende a una franja etaria que abarca desde
los púberes hasta los adultos mayores, variando en la
frecuencia, cantidad y tipo de sustancia, el inicio del
consumo se produce mayormente en la adolescencia.
El hecho de que la adolescencia sea la etapa de la vida
de mayor riesgo para el inicio del uso y abuso de drogas
puede explicarse por las características propias de ella, como
parte de un proceso de profundas transformaciones
biológicas, psicológicas y sociales.
La adolescencia es una etapa donde se conjugan
momentos de búsqueda de identidad, de cambios corporales,
de iniciación sexual, duelos, diferenciación respecto de los
padres y búsqueda de otros modelos , fluctuaciones
emocionales (rabia, pena, miedo, alegría), de nuevas
responsabilidades, de replanteo y cuestionamiento de
valores, etc. Todos estos procesos pueden producir angustia,
malestar, conflictos, que por momentos resulten intolerables.
Recíprocamente, esta etapa también es difícil para los
padres que, ante el proceso de crecimiento del hijo, deben
atravesar diferentes transformaciones y enfrentar múltiples
reubicaciones. Algunas de ellas consisten en encarar diversos
duelos -desprenderse del hijo niño, dejar de funcionar como
ídolo y aceptar una relación llena de críticas y ambivalencia,
admitir su propio envejecimiento, entre otros- y re-vivir
aspectos de su propia adolescencia y de la relación con sus
propios padres. Al mismo tiempo, deben hacer equilibrio
entre no ser, ni demasiado sobre protectores o invasivos, ni
demasiado permisivos o ausentes.
Ahora bien, si la estructura psíquica y el sostén afectivo
familiar del joven no logran soportar ni contener tales
estados, puede aparece el consumo de alcohol y/o drogas que la
sociedad y los grupos de pares ofertan, como paliativo del
malestar y de algunos momentos de alivio.
Como decíamos anteriormente, el eje del problema no
son las sustancias, sino, qué le pasa a ese joven que no puede
encontrar otras formas de elaborar y resolver los conflictos y
procesos que está atravesando. Hay que dilucidar para qué le
sirve la droga y por qué no puede encontrar otra manera de
encarar los obstáculos que se le presentan.
Si bien no todo adolescente que consume o prueba
drogas o alcohol se convierte en adicto, muchos pueden
llegar a serlo. Asimismo, no siempre es necesario un
tratamiento prolongado, algunas entrevistas con un
profesional pueden esclarecer la situación. En muchos casos
un acercamiento franco de los padres puede alcanzar para
ayudarlos a encontrar un camino que les dé más elementos
para resolver la crisis.
Uso problemático de sustancias y adicción
El concepto de “uso problemático de sustancias”
inmediatamente da lugar a pensar en un uso de sustancias
NO problemático. Y esto sencillamente es así, a la hora de
pensar en la infinidad de sustancias que cotidianamente
consumimos y que lejos de ser un problema, suministran un
beneficio. Y esto no solo depende de la sustancia en cuestión,
sino del modo, la dosificación, periodicidad y contexto en que la
consumimos.
Si consideramos que la palabra a-dicción significa
no-dicción, esto es, no decir, no hablar, estonos lleva a un
punto central, y es que en general una persona puede llegar a
padecer una adicción, por la imposibilidad de hablar de
ciertas cuestiones y no poder resolverlas a través del vehículo
privilegiado de la palabra, y de esta manera, convirtiéndose
en "esclavo del silencio",con todas sus consecuencias.
El uso problemático de sustancias, puede estar al
servicio de intentar anestesiar un dolor, aliviar la angustia,
insensibilizarse ante sentimientos displacenteros, tapar un
vacío, calmar la ansiedad, provocar un estado de
euforia, escapar de la monotonía y el aburrimiento, producir
un estado de ensoñación, y tantas otras motivaciones.
Por eso, si el consumo de drogas intenta resolver el
“malestar”, para resolver la drogadicción, debemos indagar
sobre el malestar, no sobre el consumo, o bien hacer encarar
el “problema” o motivo que llevó a la persona a consumir.
Situación que es difícil reconocer, ya que muchas veces,
se trata de paliar algún conflicto interno, que aquélla desconoce.
Las adicciones en general y la drogadependencia en
particular, es considerada por algunos autores y en especial
por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una
enfermedad crónica, progresiva y terminal; para otros, es un
síntoma que refiere una disfunción del sujeto, algunos la
describen como una conducta autodestructiva, y otros de
supervivencia, algunos refieren una patología psiquiátrica y
también una sociopatía de responsabilidad colectiva. En fin,
mientras estas definiciones muestran conceptualizaciones
causales y abordajes aparentemente disímiles entre si, en las
calles, continúa este fenómeno creciendo geométricamente.
Pero podríamos intentar una definición que englobe y
represente no solo a ellas, sino a la realidad en su conjunto,
deciendo: Que el uso problemático de sustancias (y no la
adicción) es una conducta sintomática con posibilidad de
enfermar, ofrecida y facilitada como alternativa, por la
sociedad actual, para evitar o sobrellevar el malestar.
Conceptualización de la patogénesis de las adicciones:
Partiendo de la premisa que la drogadependencia está
relacionada directamente con fallas en la socialización
primaria del individuo y que es la expresión que denota
dificultades en el ejercicio de las funciones parentales, como
son: ser objetos de satisfacción, de sostén afectivo, ideales
normativos y agentes socializadores, entre otras, podemos
considerar, que el mal desempeño del rol y funciones que
deben ocupar los padres como representantes y trasmisores
de una sociedad determinada en un sujeto, son por lo menos
una, de las claves que explica la patogénesis de las
adicciones.
Así la falta o incumplimiento del rol paterno como
representante de la ley, el limite y la autoridad, como su
borramiento por una madre sobreprotectora y desautorizante
del padre ante el hijo, condicionan o preparan el terreno para
que el pequeño sea privado de obtener la capacidad de
aceptar el límite, la falta,la postergación y la elaboración de pérdidas, o
dicho de otra manera, tolerar la frustración devenida de
estas. Luego a este niño le costará aceptar las leyes del
principio de realidad y seguirá esperando que todo lo que
anhele sea facilitado por esa madre omnipotente que en
definitiva, de lo único que lo ha privado, es de representar la
falta como factor de crecimiento y motorización del deseo. Pero el niño
crecerá y deberá asumir su propia vida, tendrá que enfrentar
responsabilidades y dificultades que la misma acarrea y
deberá necesariamente apartarse y desvincularse de su madre
benefactora. El punto es que existe un goce que no querrá
darse por perdido, y es aquí donde aparecen necesariamente
los sustitutos que intentarán compensar la “gran falta” (la
madre, el padre y también el niño que era). Aparecerán
sentimientos de soledad, que no es comprendido,
desamparado, confundido, huérfano, sin afectos, e incapaz de
comprender lo que está sucediendo y mucho menos, de cómo
salir de ese estado psico-afectivo perturbador. Es así, (al decir de
Winnicott) que cuando una madre ha sostenido una relación
posesiva, sobreprotectora y ahogante con su hijo, en la que
tanto ella como él se perciben como una sola unidad, cuando
ésta se aleja, el niño “se siente caer, siente que pierde su yo,
su ideal, su autoestima” y es allí que sentirá pánico,
derrumbe, vacío, y a la madre le ocurrirá otro tanto.
Algunos encontrarán una salida por la vía del amor o
de la sublimación, otros por la sexualidad, el estudio o el
trabajo. Pero sin duda están los que van por la vía de la
violencia, la trasgresión, el desafío, las drogas o el alcohol,
buscando mágicamente sin pérdida de tiempo, ni mucho
esfuerzo, sustituir la “gran falta” o mejor dicho, el mal estar
que esta produce, y así intentar colmar el vacío, disipar la
tensión, anestesiar el dolor y la angustia y de alguna manera,
recobrar, al menos por un rato, la añorada sensación de
completud, omnipotencia, perfección y protección, que la
madre brindaba, a la manera de fetiche. En síntesis, como
bien dice Hugo Mayer, “la drogadependencia es todo un
desplazamiento de la dependencia a personas, a la
dependencia a sustancias”.
Es así, que el límite que debieron ejercer los padres,
como instrumento que posibilita que el sujeto aprenda a
esperar, a postergar, a esforzarse, a insistir, a desistir de
aquello deseado, no operó, para permitir que éste logre poco
a poco escapar del imperativo de la demanda y su
consecuente actuar compulsivo. Pero muchas veces son los
padres, los que no soportan el sufrimiento del niño que se ve
limitado, y entonces allanan todo tipo de dificultades, para
mitigar su propio malestar, sin registrar el perjuicio que le
están ocasionando, y todo esto sin mencionar, cuando el
padre es incapaz de “acotar” a una madre que captura a su
hijo y donde éste, que registra a su madre como parte de si
mismo, se ve impedido de esta manera, de producir la
diferenciación, individualidad y propia existencia. Con un
entorno así, que todo lo cubre y lo pone a su disposición, el
niño crece acompañado de un gran sentimiento de invalidez
y baja autoestima, crece aburrido, caprichoso y
malhumorado, con anhelo de tener deseos, que no logra
obtener. Como dice Eduardo Kalina “luego curar a un adicto
es enseñarle a él, como a su familia, que existe el NO”
En algún momento, a quienes por todos los medios se
le evitó sufrir la falta o el NO a tiempo y justificado, cuando
ésta aparezca en la realidad, se tornará en un motivo de
tensión, excitación, angustia y señal de peligro, de la que el
sujeto tratará de defenderse para preservar su integridad
bio-psico-social; y si el contexto y la disponibilidad de sustancias
lo permiten, acudirá a ellas como medio para el alivio.
También debemos tener en cuenta que esta excitación generada
a partir de la falta, que recibe el psiquismo, tanto desde el afuera como
desde el adentro, funciona como una sobredosis excitatoria
difícil de ser elaborada o transformada de cantidad a calidad,
y esto deviene en angustia, insomnio, vacío, pánico, fobia,
etc. El sujeto tratará de sustraerse de esta sensación
desagradable por medio de un camino fácil y rápido que en
el mejor de los casos será distrayéndose con imágenes
televisivas, escuchar música a todo volumen, estar con otras
personas, hasta el extremo de llegar al consumo de
sustancias, para atenuar el malestar.
Es importante agregar, que estas fallas de las funciones
parentales, no se encuentran de manera alguna,
descontextualizadas de una sociedad que no solo no percibe
esto como dificultad y no tiene tiempo para el análisis
profundo de estas cuestiones, sino que además las incentiva
continuamente de diversas maneras, que veremos más
adelante, siendo otra de las razones que habilita a que crezca
esta problemática que nos convoca.
Prevención del fenómeno de las adicciones
Para explicar el fenómeno de la drogadicción debe
partirse de un enfoque multidimencional, según el cual,
podremos ver, que el proceso que lleva a un individuo al
consumo de sustancia tóxicas, está mediado por una
multiplicidad de variables, relacionadas con las
características del sujeto, la disponibilidad de sustancias,
y el medio contextual conformado por la familia, la
comunidad y la sociedad en general. Desde este marco
referencial, se entiende la prevención, como toda actuación
que busca el desarrollo de los factores de protecciónde las
personas y la disminución o eliminación de aquellos factores
de riesgo que hacen más probable el inicio al consumo de
drogas.
La prevención del consumo de drogas, debe abordarse
desde la familia, la escuela, el trabajo, y en cada espacio que
la comunidad ofrece, donde la transmisión de valores, la
formación y educación son fundamentales.
Por lo tanto es imprescindible pensar en la
implementación de acciones preventivas en relación a las
adicciones, que apunten a crear los anticuerpos necesarios
para enfrentar una situación tan delicada y creciente como la
drogadependencia y todas sus patologías asociadas como:
Violencia, S.I.D.A, Embarazo Precoz, Bulimia, Anorexia,
Alcoholismo, Accidentes, Delincuencia, etc.
Las acciones preventivas deben ser dirigidas a los
Padres, Niños y Jóvenes de la comunidad, y el enfoque debe
estar centrado en las causas y factores que inciden
potencialmente en el consumo de sustancias tóxicas
(prevención primaria), y no tanto en los efectos y
consecuencias de las mismas, que a veces, llega a ser
contraproducente o en el mejor de los casos inútil.
Los ejes temáticos de prevención primaria e
inespecífica que deberían tratarse con jóvenes y adultos,
entre otros, son : Autoestima – Tolerancia a la Frustración –
Comunicación - Libertad – Limites – Valores – Afectos -Toma de Decisiones-
Presión de Grupo – Familia y Adolescencia – Contexto Social –
Medios de Comunicación – Salud - etc.
También con los niños se pueden realizar talleres de
promoción de la salud (prevención inespecífica) sin
necesidad de hablar de drogas o bien, a lo sumo, según la
edad, referirse a la adicción al tabaco o alcohol.
Objetivos de la Prevención
Se enfatiza la prevención como una herramienta
fundamental mediante la cual intentamos evitar el uso de
sustancias o en su defecto retrasar el uso y abuso de las
mismas y sus consecuencias.
Sus objetivos más importantes son:
EDUCAR a los individuos para que sean capaces de
sobrellevar la vida, sin necesidad de relacionarse con drogas
o sustitutos perjudiciales, para si y para terceros.
RETRASARla edad de inicio del consumo, si no se pudo
evitar su contacto.
MODIFICAR aquellas condiciones del entorno sociocultural
que favorecen el aprendizaje del consumo y abuso de drogas.
INTERVENIR en las causas del malestar individual, bien
modificando aquello que lo produce, bien ayudando al sujeto
a superarlo.
OFERTAR ALTERNATIVAS de vida saludable.
PARTICIPARen red con otros actores de la comunidad.
DETECTAR precozmente trastornos de conducta que nos
anuncian alguna dificultad o discapacidad.
Para llevar a cabo con éxito cualquier programa de
prevención conviene tener en cuenta, entre otras, las
siguientes consideraciones:
El uso de drogas varía entre individuos, generaciones,
subculturas y sociedades. Existen diferencias en las
propias sustancias, en las formas de consumo, en las
motivaciones y expectativas. No se da una relación
simple y lineal causa-efecto; ésta viene determinada por
el propio individuo (su esquema de valores, creencias,
grado de madurez, etc.), su familia, grupo de iguales,
escuela, cultura, religión, medios de comunicación, etc.
Todo comportamiento se produce en un contexto sociocultural
concreto dentro del cual cobra sentido. Así,
conocer el significado que una determinada sociedad
otorga a la utilización de drogas, será más importante a la
hora de valorar el problema, que el propio consumo de las
mismas.
Factores de Riesgo
Se denominan factores de riesgo, a aquellas
circunstancias o características personales y ambientales que,
relacionadas con la droga, aumentan la probabilidad de que
una persona la consuma.
Los diversos factores de riesgo no pueden considerarse
de forma aislada, puesto que el consumo de drogas, como
cualquier otro comportamiento humano, implica una
interacción dinámica, en este caso, entre el individuo, su
contexto y la sustancia. Es decir, el uso de drogas, no vendrá
determinado por la presencia de un factor de riesgo, sino que
será como resultado de una pluricausalidad.
Puesto que son factores dependientes de procesos
dinámicos y cambiantes, no se puede pretender que sean
válidos para cualquier época o contexto.
El peso que diferentes variables ejercen como factores
de riesgo, varía para cada sujeto,en función del momento
evolutivo en que se encuentre, y del ambiente que le rodee.
Los factores de riesgo pueden propiciar el encuentro
con las drogas, pero no es posible establecer
una causa-efecto entre ambas variables.
Ninguno de los factores tiene un carácter
preponderante sobre los demás, ni tampoco son causa
necesaria o suficiente, para que se desencadene una
drogadependencia; sólo se puede hablar en términos de
probabilidad, pero nunca de causalidad o determinación.
Cuando hablamos de drogadicción, no podemos
establecer relaciones lineales de causa - efecto, sino de
factores predisponentes, condicionantes o de riesgo, sin
olvidar a los factores de protección, que funcionarán como
atenuante de los anteriores en un mismo momento o
encuadre.
Factores Personales –
* Escasa tolerancia a la frustración. Adoptar una
actitud intransigente ante la frustración conduce a menudo a
la búsqueda de gratificaciones inmediatas, sin valorar las
posibles consecuencias negativas a medio y largo plazo de
las mismas. Uno de los motivos de la misma, es la ausencia
de límites en el tiempo de la socialización primaria “la
frustración óptima” producida por el “NO” justificado y en el
momento apropiado por parte de los padres o tutores. Un
“No” límite, organizador, que referencia y posiciona, que
frustra la acción y el pasaje al acto, acrecentando el
deseo, con su correlato en la contención, explicación y
consuelo, por parte de los mismos que lo produjeron. (Padre,
patrón, medida, referencia, límite)
* Baja autoestima. Un auto concepto y valoración
pobre de sí, suele correlacionar con la falta de recursos de
autocontrol, manejo de situaciones y la “incapacidad” de
afrontar dificultades. Las personas afectadas por esta
característica pueden encontrar en la droga, un modo fácil de
evadir su propia realidad y así recurrir al consumo de
sustancias tóxicas, atenuando con frecuencia la percepción
de escasa autoestima que tienen muchos adolescentes,
permitiéndoles desinhibirse y accionar con aparente
normalidad.
La baja autoestima como producto de la devolución
que hacen los otros (padres, familiares, amigos, etc.) de su
propia imagen, marca la necesidad por parte del contexto, de
prestar atención y cuidados necesarios, para no solo
incentivarla en una medida prudente, sino cuidar de no
destruirla sistemáticamente.
Es necesario por tanto, trabajar y alimentar
prudentemente la autoestima, dado que su ausencia o leve
intensidad de la misma, acompaña a una amplia gama de
trastornos psicológicos que dificultan el desarrollo de la vida
personal, individual y social del individuo.
* Falta de conformidad con las normas. Estas
manifestaciones de rechazo, repudio o huida ante las reglas,
normas, valores o costumbres del grupo familiar o sociedad
en su conjunto, que se percibe injusta, y la búsqueda de
libertad frente a lo establecido, suelen ser variables típicas de
la etapa adolescente, pero cuando estas son acompañadas de
violencia y descontrol, pueden ser significativas respecto a
la conducta de uso y/o abuso de sustancias.
* Deficiente habilidad social:Las habilidades sociales,
permiten a los individuos mantener interacciones sociales
satisfactorias en el medio en el que se desenvuelven, por lo
cual referimos como deficiente habilidad social, a la
incapacidad de una persona para expresar sus deseos o
pensamientos, dar respuesta acertadas (asertividad) en
situaciones determinadas, de forma sincera y considerada.
* Alta necesidad de aprobación social y falta de
autonomía en la acción. Precisar en gran medida del
beneplácito de las personas próximas, puede llevar al
individuo a acomodar su conducta a lo que cree que el grupo
espera de él. De hecho, una de las motivaciones que con más
frecuencia verbalizan, quienes se han iniciado en el consumo
de drogas es, precisamente, la necesidad de aceptación e
inclusión, en el grupo de pertenencia.
* Endeble ante la adversidad. Las situaciones críticas
vitales como rupturas familiares, pérdida de seres queridos,
dificultades laborales, en definitiva, circunstancias en sí
mismas dolorosas o difíciles de sobrellevar, pueden hacer a
las personas más vulnerables, en relación al inicio y
consumo habitual de drogas.
* Sistema de valores personales. En los procesos de
socialización y construcción de la identidad, la
interiorización de valores, tiene un papel fundamental. Sin
embargo, existen individuos que no asimilan determinados
valores mayoritariamente aceptados (disociales). Esto
influye, en el sentido y valor que esas personas dan a la vida,
en la posición que adoptan ante ésta, y en sus expectativas de
futuro. Todo valor termina concretándose en actitudes
básicas, que a su vez, se manifiestan en determinadas
conductas. Si la falta de internalización de valores positivos,
conlleva actitudes de carácter negativo (escepticismo,
hedonismo, egocentrismo, falta de responsabilidad,...) es
probable que nos encontremos con las llamadas situaciones
de ”desviación social” cuyos protagonistas son precisamente
los sujetos de difícil integración comunitaria.
Adolescencia:
Si existe una etapa evolutiva en el desarrollo de la
persona en la que hay que apuntalar y orientar más
intensamente, con relación al consumo de drogas, es en la
etapa adolescente, en la cual se producen importantes
cambios fisiológicos, psicológicos y sociales. Son seres en
transición de la infancia a la juventud y a la vida adulta.
Estos cambios, imponen desequilibrios, dudas y temores
propios de alguien que está abandonando una posición social
de “hijo”, y comienza a incorporarse temerosamente al
“mundo joven” .
Este nuevo “rol” tiene necesidades propias, como la
búsqueda inconsciente de emanciparse de sus padres para
encontrar una identidad propiaque lo diferencie del resto,
aún de sus “pares”, a través de actitudes que responden a
nuevos valores, creencias y exigencias propias. Esta
independencia que no puede concretarse en lo real (su casa
propia o espacio propio), ya que se ve negada por las pocas
posibilidades materiales o económicas, comenzará
haciéndolo desde lo ideológico, buscando diferenciarse de
los adultos (padres) como sea. De ahora en más, se opinará y
actuará sistemáticamente en oposición a ellos, se vestirá en
forma diametralmente opuesta, se hablará en otro lenguaje,
se comerá otro tipo de comidas (chatarra), también sus
valores, religión, posturas ideológicas y otras costumbres, se
verán afectadas por causa de la necesidad de encontrar una
fisonomía propia, que a veces llega a ser de manera
agresiva.
El adulto es visto como representante de la norma y la
autoridad ante quien hay que revelarse, sintiendo la
necesidad interior de forzar al máximo los límites que la
sociedad, a través de los adultos, le impone con sus
prohibiciones. La droga, también funciona, en muchos
adolescentes, como elemento diferenciador y desafiante ante
el mundo adulto y ante sus pares.
El joven saldrá de “fiesta” bien tarde, cuando la
ciudad esté vacía de adultos, aprovechando que los “dueños”
duermen y no controlan, no vigilan sus acciones, ni dan
ordenes. El espacio de la ciudad es solo para ellos, al igual
que su intocable habitación. La “fiesta” es individual, y
consiste, no, en estar con otros jóvenes, sino en sentirse libre
de la mirada del adulto, libre de responsabilidades y
obligaciones, de elegir lugar, compañía y la hora de regreso,
que será siempre antes de que se despierten los adultos
controladores.
Todo lo anteriormente dicho se relaciona con la
autonomía personal, que no da cuenta, al principio, de
como conseguirla, pero sí se tiene en claro, como no hay que
ser, ya que el adolescente, en sus inicios, construye sobre la
base de la oposición.
El joven, que está abandonando a los agentes de
socialización primaria (sus padres), con todo lo que eso
significa (temores, inseguridades, dudas, etc) siente la
necesidad de no estar solo, por lo cual tendrá un nuevo
grupo de pertenencia, compuesto por amigos con quien
identificarse y autoafirmarse en sus creencias, valores y
costumbres como también poner a prueba sus ideas,
capacidades y sentimientos, pudiéndose ver en el espejo
de los otros en que medida es aceptado, valorado, o bien,
rechazado. El grupo funcionará como punto de referencia y
regulador de conductas, (presión de grupo) que a su
vez se ve influenciada por la denominada “cultura joven”,
con sus ídolos, mitos y modelos que los medios de
comunicación se ocupan de transmitir y amplificar. Estos,
producen un fuerte impacto en la formación de la identidad
de los jóvenes, al propagar modelos esteriotipados o
asimilando al tabaco y al alcohol, con libertad, amigos, sabor
del encuentro, fiesta, música, diversión, belleza, poder,
paraísos, sexo, deporte, etc., y corriendo el riesgo de
producir una identificación forzada,en preadolescentes que
no tengan suficientemente desarrollada su capacidad crítica.
Pero cuidado ! , no pensemos que el consumo de drogas es
cosa de los adolescentes, la manera de educar y nuestra
preocupación como padres en los primeros años, es la mejor
base, para un desarrollo maduro de nuestros hijos, donde
nuestras actitudes son fundamentales para la formación de su
personalidad, su autoestima y manejo de conflictos.
No olvidemos que en la adolescencia se produce:
Búsqueda de la autonomía personal
Inestabilidad emocional
Necesidad de diferenciación
Necesidad de emancipación
Transgresión del mundo adulto
Cambios continuos de ideas
Autoafirmación a través del grupo
Necesidad de integración grupal.
Puesta a prueba su identidad.
Solo entre sus iguales es quien cree y desea ser.
Nuevo soporte afectivo y protector.
Punto de referencia de sus ideas y valores.
Nuevas reglas grupales.
Solo se integra al grupo si se hace lo que los demás.
Es muy común ver a los padres preocuparse cuando
sus hijos dejan de ser confidentes con ellos, ya no desean
compartir las mismas cosas como lo hacían antes, y más aun,
cuando comienzan algunos cambios como los que
mencionaremos en el cuadro que sigue. Pero no dejemos que
estos síntomas nos confundan o preocupen más de lo
necesario, ya que los mismos son propios y comunes en la
mayoría de los adolescentes, y no necesariamente están
relacionados con la droga.
No son indicadores de riesgo:
- Respuestas inadecuadas e intempestivas.
- Habitación desordenada .
- Parece estar atento solo así mismo.
- Se acuesta tarde.
- No es colaborador.
- Deja sus cosas tiradas y sucias.
- Duerme demasiado.
- Le gusta estar tirado escuchando música durante horas.
- A veces casi no habla, ni cuenta sus cosas como antes.
- No respeta los horarios.
- Discute por tonterías.
- Está malhumorado.
- Busca cambios de estado de ánimo.
- Sentimientos de soledad y angustia.
- Cambios en su vestimenta.
Sin embargo, existen otras actitudes también propias
de la adolescencia que debemos observar con detenimiento,
ya que si se presentan en forma conjunta, reiterada o
permanente, por lo menos tres o más de ellas, pueden
considerarse un factor de riesgo o síntomas de alerta
en relación al consumo de drogas:
- Exagerada violencia en su rebeldía.
- Exagerado despego familiar.
- Dificultades en la comunicación.
- Falta de amigos.
- Conductas severas en la escuela.
- Problemas en el aprendizaje.
- Acercamiento a compañías inadecuadas
- Exagerada tendencia al consumo y al gasto.
- Tendencia a la mentira.
- Uso indebido de bienes y dinero.
- Exagerada inseguridad o autoexigencia.
- Angustia y llanto frecuente.
- Ideas de muerte.
- Temores infundados.
- Exagerada omnipotencia.
- Actividades inadecuadas para su edad.
- Exagerado apego a uno de sus padres.
- Desgano,abulia o marcada apatía.
- Intensa reacción de ira y descontrol.
- Ausencias frecuentes y prolongadas del hogar.
- Síntomas físicos sin causa de enfermedad aparente.
Estas señales deben ser evaluadas por su intensidad ,
frecuencia y su contexto. No debemos alarmarnos en forma
exagerada, de tal manera, que no podamos ser una ayuda,
para alguien que espera que lo apuntalemos y guiemos,
frente al malestar interior, evidenciado en esta producción
de actitudes.
En síntesis, podemos observar que si los padres y
adultos en general, prestamos atención, existen bastantes
parámetros a tener en cuenta para prevenir o detectar precozmente
algún tipo de trastorno de conducta, que habilite llegar al
consumo de sustancias tóxicas a un individuo que a través
de los mismos, está pidiendo ayuda y suplicando en silencio
que le presten atención.(Lo que no se dice, se actúa)
En una forma muy conceptual y resumida, el cuadro
siguiente nos deja visualizar algunas razones por las cuales
muchas personas experimentan con drogas:
Muchos experimentan con drogas :
Por una patología psíquica de base.
Por la presión de grupo
Por el ejemplo de los adultos
Para sentirse grandes
Para rebelarse contra la autoridad del adulto
Por curiosidad
Para divertirse
Por problemas de crisis afectiva y evolutiva
Hasta aquí, hemos podido observar en forma muy
general y sin entrar en detalle, las diferentes variables que se
juegan entre los FACTORES PERSONALES relacionados
con el uso problemático de sustancias.
En adelante veremos algunos
FACTORES FAMILIARES, que interactúan con los anteriores
y que deben observarse con detenimiento y autocrítica, para una
mejor detección y prevención de la problemática adictiva.
Estudios de los Dres. Stanton (Universidad de
Rochester, USA) nos muestran que la droga se
implanta en las familias desorganizadas y en situación de
desventaja cultural, con mayor prevalencia (50 %).
Hoy las exigencias de la vida cotidiana en las grandes
urbes, ha logrado la hiperactividad cotidiana, que
paradójicamente, en la era de las comunicaciones, nos
permite estar al tanto de lo que sucede en el otro extremo del
mundo, pero muchas veces no sabemos que le pasa, o siente,
aquel que vive con nosotros bajo el mismo techo.
* Factores de Riesgo Familiares
La familia es el primer agente socializador en cuyo
marco se configura la personalidad de los individuos. Por
ello, la interacción entre sus miembros y el ambiente
familiar, constituyen un importante foco de atención, en el
estudio de las adicciones, entre otros temas.
Los factores de riesgo más relevantes guardan relación
con:
El modelo familiar.
El estilo educativo.
El clima afectivo.
- El modelo familiar.
La observación directa y el modelo en que se
desarrolla la familia, pueden ser procesos por los que se
adquiere una conducta.
El estilo de vida de los padres influye poderosamente
en los valores, actitudes y comportamientos de sus hijos.
Cuanto más discrepe ese estilo parental del consumo de
drogas, cabe esperar, que mayor sea el alejamiento de los
hijos respecto a las mismas y viceversa.
- Estilo educativo de la familia.
Diversos estudios avalan la relación entre los patrones
de disciplina y supervisión parental, con el consumo de
drogas.
Se pueden distinguir al menos los siguientes estilos
educativos de riesgo:
Ausencia de límites o de normas claras y consistentes,
provocada tanto por padres excesivamente permisivos,
como por aquellos que no distinguen entre el ejercicio de
su autoridad y el abuso de poder.
Sobreprotección o ausencia de la misma . Se ha
afirmado que tanto el exceso de protección, como la
conducta indiferente por parte de los padres, a menudo se
corresponde con el inicio en el consumo de drogas.
En relación con lo anterior, la rigidez de las estructuras
familiares tampoco facilita el proceso de independencia,
autonomía y maduración de sus miembros; éstos pueden
aprender a comunicarse de manera sumisa, acatando todo
cuanto se les dice o bien creando claros enfrentamientos con
sus progenitores.
Falta de reconocimiento: el grado de autoestima del
niño o adolescente, depende en gran parte, de las
actitudes que adopte la familia frente a él. La ausencia de
aprobación ante sus logros, conlleva un sentimiento de
inseguridad que se verá traducido en un auto concepto
negativo.
El clima afectivo en el hogar.
Los lazos afectivos y la comunicación entre los
miembros de una familia, son esenciales para la estabilidad
emocional de sus componentes.
En concreto, se vinculan con el consumo de drogas las
siguientes relaciones negativas:
Deficiente grado de interacción y de apoyo entre los padres.
Conflictos familiares frecuentes y defectuosa comunicación
entre sus miembros.
Imagen de falta de cohesión, de seguridad y de
protección.
Falta de sentido de pertenencia y de disfrute en el núcleo
familiar.
La Familia “Tipo” no es garantía de nada:
La familia “tipo” o “normal”, que cada uno puede
imaginarla como quiera o pueda, también es factible de tener
en su seno un integrante con dificultades ante sustancias
tóxicas. Esta familia tipo, se manejó con valores, conductas,
roles, afectos, y demás, sumamente sanos y recomendables. En
ella no se percibe ningún trastorno ni vulnerabilidad, ni
riesgo alguno entre sus componentes. Sin embargo, algo
pasó, o algo no pasó, y entonces aparece el concepto de
“fallas de omisión”, donde no se registró que había alguien
diferente, con necesidades y valores diferentes. Quizá esta
familia omitió reconocer los síntomas de riesgo mencionados
anteriormente o bien no supieron interpretar algunos
reclamos de alguno de sus miembros, realizados (con letra
chica), por medio de trastornos de conducta, dificultades en
el aprendizaje, conductas antisociales, silencios, tics,
violencia, cambios de ánimo, etc. y recién, solo recién,
cuando aparece la droga, (un reclamo con letra grande), es
percibido que algo no está bien, y se toman cartas en el
asunto.
Hoy el 70% de los menores institucionalizados en
sistemas penales no han vivido con su padre biológico y no
han encontrado una figura paterna sustituta.
Tengamos en cuenta:
Familia de riesgo
Falta de comunicación
Falta de límites a tiempo
Destrucción de la autoestima
Doble mensajes
Adicciones en la familia
CONTINUA EN PREVENCION DE ADICCIONES (2da. PARTE)
AUTOR: Rubén Darío Moliner Blanco
Introducción:
Desde épocas remotas el ser humano ha buscado en la
naturaleza, y de manera especial en el reino vegetal,
sustancias que calmaran su dolor y mitigaran su tristeza, que
aplacara su fatiga y combatiera su insomnio. Parece que
siempre ha existido una necesidad de, alterar el nivel de la
conciencia, cambiar las percepciones y por lo tanto la
imagen del mundo.
Ya el hombre primitivo rendía culto a diversas plantas por el
estado de alucinación que provocaban, utilizándolas en sus
ceremonias religiosas o para predisponer a los hombres para
las guerras e incitar la belicosidad de los guerreros durante el
curso de las batallas.
El uso problemático de sustancias, y el consumo de drogas
psicoactivas, en particular, representa en la actualidad un
grave problema, tanto para el individuo, como para su
familia y la sociedad en general.
Hoy ya no hablamos de la “droga de la Mística y el Nirvana"
de la “droga de la curiosidad", ni de la "droga de la
rebeldía"; sencillamente, hablamos y nos enfrentamos ante la
epidemia de la “droga como subrogante de la
discapacidad”. Una droga que intenta compensar una
discapacidad vinculada a lo actitudinal, (al manejo de la
ansiedad, la angustia, el estrés, la frustración,
discapacidad para manejar emociones, para comunicarse, para divertirse,
para resolver conflictos, enfrentar momentos de crisis, o bien
sobrellevar el malestar).
También hoy hablamos de "la droga del vacío interior",
mediante la cual el sujeto intenta fallidamente alcanzar “la
plenitud o completud”, ante una sociedad atomizada,
sumamente exigente y demandante. La droga, como tantos
otros objetos, cobra allí un sentido, que se impone por
defecto, a otros valores que dan plenitud y sentido a la vida,
una droga que no hace a nadie feliz; pero, a muchos, es lo único
que los consuela, del hecho, de no serlo.
Hace relativamente pocos años que se han reconocido a nivel
mundial, las graves consecuencias individuales, familiares y
sociales que derivan del uso de sustancias tóxicas, y esta
preocupación, siempre en crecimiento, ha dado por
resultado que se tomen acciones de prevención, de
tratamiento, de legislación, de control del narcotráfico, de
coordinación y de acuerdos internacionales.
En verdad, los jueces no acuerdan como sancionarla con certeza, los
legisladores disienten entre tratarla como enfermedad o
como delito, la ciencia poco opina sobre su patogénesis, y
mientras tanto el narcotráfico hace su negocio y el fenómeno
avanza, dejando como saldo, cada vez más excluidos por
causa del consumo de sustancias psicoactivas.
Mientras tanto, la sociedad en general, no puede darse
cuenta que el consumo de drogas, entre otras patologías,
son manifestaciones de un malestar que subyace a las sustancias
u otros objetos, y no un problema en sí mismo. Que en su
seno existen sujetos frustrados, con bajas esperanzas o
expectativas, con cada vez menos utopías e ilusiones, sujetos
afectivamente abandonados, incomunicados y con escasa
“capacidad de respuesta” a lo anterior. Sin embargo,
todavía se escucha hablar de la "lucha contra las drogas",
cuando en realidad, ellas son solo el resultado, la
consecuencia, y no la verdadera causa a combatir o prevenir.
Ésto me recuerda, una historia que hace unos años
me contaron: En una ciudad de Córdoba - Argentina- había un
río muy caudaloso, donde cada vez se ahogaban más personas
y para contrarrestar esta lamentable situación, contrataron cuatro
guardavidas; al ver que la situación continuaba contrataron otros
cuatro y pasado un tiempo todo seguía igual o peor; hasta que
uno de ellos (guardavidas), fue río arriba y encontró que la baranda
de un puente de este río estaba rota y por ahí se caían las personas;
arreglada la baranda ya no había necesidad de tantos guardavidas
ya que la causa estaba resuelta. Con esto quiero decir: No hace falta
más efectivos de seguridad, más leyes o más rígidas, o condenas
más fuertes, hace falta ir río arriba, revisar como ejercemos la
socialización primaria y secundaria y ver en que estamos fallando.
No sera que estamos humanizando y/o socializando mal ?
No sera que no estamos generando anticuerpos sociales necesarios
en nuestro niños, para sobrellevar la vida y sus circunstancias ?
No le estaremos mandando cada vez mejores clientes (huéspedes
predispuestos) al narcotráfico ?
Cuando hablamos del consumo de sustancias tóxicas, existen
infinidad de explicaciones, respuestas, apreciaciones,
diagnósticos o representaciones sociales que están
directamente vinculadas al enfoque teórico o a la formación
profesional desde donde se observe este fenómeno mundial.
Se esboza una multiplicidad de razones o variables, que
actúan en diferentes niveles y proporciones (psicológico,
económico, médico, político, social), que empujan o
condicionan a “individuos vulnerables” (Huéspedes
Predispuestos según la OMS), a buscar una vía de escape al
subjetivo malestar, a través del uso de una sustancia o
conducta determinada, iniciándose así, en un proceso de
deterioro personal, con consecuencias bio-psico-sociales de
alto grado y riesgo para si y para terceros.
Entre las causas que inciden y condicionan para ejercer esta
conducta de consumo, y como factores que pueden jugar un
papel importante para que alguien decida probar o consumir
drogas, visualizamos: la búsqueda de experiencias nuevas y
sensaciones intensas, imitar a sus pares, curiosidad, la
atracción de lo prohibido y lo peligroso, la necesidad de
provocar al conservadurismo de la familia y de la sociedad,
de llamar la atención, como también el fácil acceso a las
drogas. Pero también sabemos, que para volverse adicto/a,
no es suficiente con probar, sino que se necesita de la
concatenación de factores determinados como por ejemplo:
además de un “huésped predispuesto”, un contexto
determinado, un consumo sistemático, en un proceso que
tiene sus raíces más profundas, en la necesidad imperativa de
"escapar" de una realidad insoportable (personal, familiar o
social), la cual es una fuente de malestar que lo condena a
una vida sin sentido. En estas condiciones, las drogas
funcionan como un vehículo de escape, como una vía de
alivio o un anestésico para el dolor del alma humana, que
aparece como "una solución" a sus problemas insolubles.
Tampoco podemos ignorar, al decir de Sigmund Freud, en
“El malestar en la cultura” y otros ensayos, que existe un
malestar originario, inherente a todo individuo, donde el
ideal de felicidad se diluye, y que para este malestar, no hay
ningún remedio ni existe la calidad de vida, más bien buscar
una mejor calidad de malestar, una manera de que hacer con
este malestar, y es aquí donde la conducta personal y
sintomática de consumir drogas, es producto de la
incapacidad de la persona, para encontrar alguna salida a
sus crisis y malestares.
Como dice la OMS, (tomando a la "salud" en el más amplio
sentido de la palabra y no restringiéndola a lo biológico) “la
adicción es una respuesta negativa, ante los retos del
ambiente”, cayendo progresivamente en la dependencia a
sustancias como un modo de vida definitivo, y así, poco a
poco, el consumo y abuso de drogas y una potencial
adicción, se habrán convertido en una necesidad artificial,
pero real e imperativa.
También la OMS habla de un “huésped predispuesto”, o bien
un individuo con características particulares que lo hacen
vulnerable frente a determinadas circunstancias que lo
anulan o inhiben para responder satisfactoriamente.
(mencionando algunas características muy comunes como:
inseguridad, dependiente de sus otros importantes, viviendo
en un estado de continua chatura o pasotismo, insatisfacción,
malestar y un sentimiento de vacío interior que persiste
psíquicamente, incluso si el individuo consume grandes
cantidades de bienes de todo tipo). De este modo, el
consumo de drogas representa y compensa, pero a la vez
obtura, la búsqueda de todo lo que “falta” en su vida,
impermeabilizando toda fuente de satisfacción,
convirtiéndose en un medio de liberación del sufrimiento, el
dolor y la soledad. Las drogas, se presentan como la "salida"
de una
realidad intolerable, tomando gradualmente el lugar de "todo
lo que importa", y convirtiéndose en un sustituto artificial
que reemplaza a las cosas importantes de la vida, y al sujeto
en un ser apático e indiferente. Y si bien cumplen una
función para el individuo y le brindan un servicio, “las
drogas no perdonan” y la consecuencia de su uso, trae
trastornos a veces irreversibles e indeseables, como los que
se querían evitar.
Es claro que el consumo de drogas no es una enfermedad,
sino una conducta que puede llevar a enfermar, pero también
hemos dicho, que es una conducta que se comporta como
respuesta negativa o reacción inapropiada, frente a los retos
del ambiente o ante una subjetiva adversidad. Tan subjetiva,
que ante mismos escenarios y circunstancias, otros sujetos
con otro registro de la situación, responden de una manera
más conveniente o bien cuentan con otras herramientas para
hacerlo.
Según una de las teorías freudianas (Principio del Placer), el
propósito de nuestro aparato psíquico es evitar el displacer
(ligado al aumento de la excitación y la tensión inherente), y
por consecuencia alcanzar la satisfacción asociada a la
disminución de dicha tensión. El uso problemático de
sustancias, se lleva a cabo ante un estado de angustia que el
sujeto vive como catastrófico, desorganizante y bajo una
sensación de desintegración; con lo cual, lo que se busca es
acallar ese estado y restablecer un aparente equilibrio. A su
vez, progresivamente también, la ausencia de la droga se
convertirá en una realidad inquietante, desequilibrante y por
ende angustiante. (Según Más allá del Principio del Placer,
esto tendría otra connotación)
La experiencia nos muestra, que la mayoría de los pacientes
que concurren a los centros de atención especializados, son
sujetos que no demandan tratamiento, no traen síntoma, no
hay queja, no están divididos, no hay pregunta, no hay
reclamo, no consideran estar enfermos, no traen un
problema, sino por el contrario, creen tener la respuesta y la
“solución” a sus problemas (el consumo de sustancias). Y
algo de esto es cierto, sus muletas no son el problema, sino
lo que llevó a ellas y después también, la falta de ellas. Este
tipo de pacientes, monta un armado impenetrable, una coraza
por donde es muy difícil entrar o “hacer fisura”. Es por lo
cual que se hace necesario realizar maniobras y estrategias
terapéuticas, que permitan un quiebre, una brecha, una
división del sujeto. Un abordaje que permita avergonzarlo
(no moralmente, sino que se encuentre en falta), angustiarlo,
responsabilizarlo, implicarlo, que se haga cargo de algo de lo
que lo llevó a estar en un centro de rehabilitación y no que
permanezca ahí, por la orden judicial u otras razones
coercitivas. Dijimos no trae síntoma, ¿Si no hay síntoma, que hay?
En lugar de síntoma hay una conducta supresora que consta
de usar sustancias que anestesian el mal estar, y si se suspende
el mal estar, no hay síntoma, sino alivio.
A su vez, pareciera que las defensas psíquicas tradicionales
como represión, desplazamiento, negación, sublimación o
bien los mecanismos clásicos de la neurosis, no están
exitosamente configurados o bien, no son
suficientes y hay que reforzarlos con algo rápido y a mano
que borre la angustia o por lo menos la postergue. (Como
dice Hugo Mayer: “Con el consumo de sustancias el fóbico
sentirá que suprime sus miedos, el depresivo que levanta su
ánimo y el obsesivo que se alivia de sus auto-reproches”).
Por eso el consumo de sustancias es subjetivamente aliviante
aunque objetivamente perjudicante. En todo caso, esta
conducta es todo un síntoma, que se manifiesta como una
forma de decir, de clamar y re-clamar por medio del acto,
como reemplazo fallido de la palabra y a la vez operando
como obturadora de la misma.
Luego, pensando en las condiciones en que se acercan
algunos pacientes a los Centros de Atención, donde muchas
veces es por la orden judicial, cuando no por alguna otra
coerción familiar, laboral o relacionada a su salud física y
hasta refugiándose de su proveedor en busca de cobrarle, o
de la propia policía, o para provocar la conmutación de la
pena, habría que plantearse algún dispositivo que observe y
aproveche esta situación, para que este sujeto, que ya está en
el servicio, consiga registrar su beneficio y más allá de asistir
a las entrevistas pueda “entrar en tratamiento”. En mi
humilde opinión, quizá no haya que brindar en una primera
instancia un abordaje psicológico, ya que la terapia, requiere
de algunas condiciones básicas, que muchas veces no se da
en un principio ya que nos encontramos con sujetos sin
demanda, con escasa conciencia de enfermedad, baja
tolerancia a la frustración y a la espera, precariedad
simbólica, con pocas posibilidades del uso de la palabra para
mitigar la angustia y por lo tanto exigido a realizar una
descarga motriz (el acto de consumir). Por otra parte, el lugar
aparentemente pasivo del terapeuta, puede que no sea lo más
favorable para quien necesita, al menos en una primer
instancia, reglas, límites o pautas claras de parte de otro, a
quien se le supone un saber. (Pero esta es una reflexión que
dejaré abierta para la discusión).
En resumen, como consecuencias de la necesidad
compulsiva de consumir drogas, vemos como ésta, termina
por consumir al individuo, destruyendo toda otra necesidad y
deseo, bloqueando la comunicación de experiencias con
otros seres humanos, condenando al consumidor de drogas al
aislamiento del otro y al de su propio yo, como de sus
propios sentimientos, de la capacidad de expresar su
potencial en la vida social y cultural, de buscar y encontrar el
verdadero significado de una vida completa como sujeto. Así
el proceso de subjetivación y socialización de una persona
está bloqueado, ya que el lazo social humano ha perdido todo
significado para él y está quebrado.
Hoy nuestras sociedades vivencian fuertes cambios y permanentes
transformaciones, que la convierten en un sistema
sumamente complejo, especialmente en los últimos veinte
años. Un mundo dinámico, en el que han caído los muros
físicos, económicos, culturales y comunicacionales, en fin en
un mundo globalizado, y donde la problemática del consumo
de sustancias también se ha generalizado creciendo
rápidamente y desafiando los intentos que se hacen, para
lograr su prevención, control y/o erradicación.
El modo de prevenir y contrarrestar la problemática del
consumo de drogas, está directamente relacionado con la
participación de la mayor cantidad de actores sociales
organizados, y especialmente, con la invalorable e
insustituible intervención de los agentes de socialización
primaria, encargados de humanizar en los primeros años de
vida al sujeto, donde es más factible llegar con anticipación,
a lograr los anticuerpos personales y sociales necesarios para
contrarrestar los efectos de una presunta conducta
patológica, inducida por el ambiente, y poco rechazada o
resistida por un sujeto vulnerable.
En la socialización primaria, la formación de los niños, y
también de los adolescentes, debería ser una responsabilidad
compartida por toda la sociedad. Los ciudadanos, la
comunidad y las instituciones, deberían sentirse co-partícipes
junto con la familia y los centros educativos, en crear las
condiciones que aseguren la protección de los más jóvenes,
en su proceso hacia la edad adulta.
En la época actual, denominada por algunos expertos como
‘la era de la información’, niños y jóvenes se forman a través
de una red ampliada y muy diversa de influencias y
mensajes. Existe una heterogeneidad de entidades
socializadoras y culturizadoras que se suman y a veces
reemplazan a las tradicionales, (familia, escuela, iglesia,
clubes), como los medios de comunicación, internet, redes
sociales, etc., creando las condiciones para que los sujetos
desarrollen actitudes, comportamientos, relaciones, valores,
identidades, usos y costumbres, de un modo diferente a lo
conocido hasta no hace muchos años atrás. Esta red,
inevitable de influencias, debe entenderse, aceptarse e
incorporarse desde una dimensión integral y de conjunto,
pero aún está en proceso de construcción.
Hace dos décadas, se creó el concepto de “Ciudad
Educadora” con el fin de que la educación fuera parte del
tejido social, político y económico de una ciudad, pero no
pasó de ser un importante concepto. Hoy, veinte años
después, se hace imprescindible y esencial su conformación.
Sin olvidar, que si bien las nuevas vías de comunicación
sobrepasan las dimensiones de la ciudad, y la globalización
es una de las variables que también entra en el debate de la
formación y educación de las personas, siempre es en la vida
cotidiana y en el contexto más inmediato, en el que se
desarrollan las bases y fundamentos para la difícil tarea de
existir, y también es ahí, donde se pueden encontrar las
claves, problemas y soluciones que más directamente
influyen a la hora de prevenir.
Estadística
Un poco de estadística nos facilitará una mirada más
amplia del contexto mundial de esta epidemia. El fenómeno
es de características mundiales y se refleja en indicadores
que muestran su gravedad desde hace mucho tiempo. En
EEUU, por ejemplo, en 1996 dos millones de personas
usaban cocaína al menos una vez por mes. Entre los alumnos
del último año de secundario, el porcentaje de ellos que usó
alguna vez drogas en su vida ascendió del 40,7 % en 1994 a
54,3 % en 1997. Entre 1992 y 1997 el consumo de
marihuana en la misma población creció de 21,4 % a 42,3 %.
Ese país además tiene hoy entre 250 y 300 mil adictos a la
heroína. (Fuente NIDA, National Institute on Drug Abuse,EEUU)
Europa no está ajena a esta tendencia. Hay en su
territorio entre 750 mil y un millón de heroinómanos. Las
muertes por drogas en la Unión Europea, aun con la vigencia
de los programas de recambio de jeringas que previenen las
infecciones, continúan aumentando geométricamente. (Fuente
Observatorio Europeo de Drogas y las Toxicomanías)
En la Argentina, ya en el año 2000 según datos obtenidos en el Estudio Nacional
sobre Uso de Drogas, tres de cada cien personas mayores de 16 años,
consumían sustancia ilegales. De ellas 200 mil personas lo
hacían por lo menos 5 veces por mes. En estadísticas del año
2004 apareció una cifra del 8,6 % de consumidores de drogas
ilegales en la Argentina, en el segmento de personas entre los
16 y 26 años de edad. En el año 2006 en la Provincia de Bs.
As. ya existían 33.864 consumidores de drogas sintéticas en
personas de entre 16 y 26 años de edad.
Jamás en la historia se conoció un despliegue del
fenómeno de las drogas como en estas últimas décadas,
nunca las sociedades habían necesitado crear instituciones
específicas o métodos especializados como hasta ahora, por
eso hoy es preciso mudar estrategias de prevención, sacudir
estereotipos, explorar en terreno virgen, o bien atreverse a un
cambio de paradigma, de nuevas conceptualizaciones, que permitan
encontrar nuevos instrumentos, para enfrentar estos cambios.
Frente a este panorama que apenas es un reflejo lejano
de la realidad o quizá la punta de iceberg de una gran masa
de seres humanos, que no se ven, por estar debajo de la línea
del agua sufriendo esta triste realidad, debemos redefinir el
rol que nos toca como parte de esta sociedad.
Breves referencias históricas sobre el consumo de drogas
El uso de sustancias tóxicas no es un invento del siglo
XX, existe desde hace mucho tiempo atrás y hay referencias
bibliográficas que así lo confirman, como por ejemplo:
Homero, ya en la Odisea, dice que Elena usaba
nefenta, la nefenta es una variación del opio.
Egipto y Asia Menorconoció el opio como sedante.
En la Edad Media el opio y el hachís, eran de uso
cotidiano
En el siglo XVIIIse utilizaba el famoso láudano, que
era opio diluido en alcohol.
Los indios de México y del sudoeste de Estados
Unidos consumían brebajes de cactus y hongos
alucinógenos.
Los indios del Perúen la época de los conquistadores
españoles ya usaban la coca.
En los años veinte, en Buenos Aires, en los sectores
más pudientes económicamente hablando, los habitué de los
cabarets consumían cocaína y también morfina.
Por lo cual la historia de las sustancias no es nueva,
aunque la relación con ella si ha cambiado permanentemente
en los diferentes momentos y lugares de cada sociedad.
Las adicciones y los jóvenes
Desde hace años circulan discursos que categorizan las
adicciones como un problema de los jóvenes. Si bien la
problemática se extiende a una franja etaria que abarca desde
los púberes hasta los adultos mayores, variando en la
frecuencia, cantidad y tipo de sustancia, el inicio del
consumo se produce mayormente en la adolescencia.
El hecho de que la adolescencia sea la etapa de la vida
de mayor riesgo para el inicio del uso y abuso de drogas
puede explicarse por las características propias de ella, como
parte de un proceso de profundas transformaciones
biológicas, psicológicas y sociales.
La adolescencia es una etapa donde se conjugan
momentos de búsqueda de identidad, de cambios corporales,
de iniciación sexual, duelos, diferenciación respecto de los
padres y búsqueda de otros modelos , fluctuaciones
emocionales (rabia, pena, miedo, alegría), de nuevas
responsabilidades, de replanteo y cuestionamiento de
valores, etc. Todos estos procesos pueden producir angustia,
malestar, conflictos, que por momentos resulten intolerables.
Recíprocamente, esta etapa también es difícil para los
padres que, ante el proceso de crecimiento del hijo, deben
atravesar diferentes transformaciones y enfrentar múltiples
reubicaciones. Algunas de ellas consisten en encarar diversos
duelos -desprenderse del hijo niño, dejar de funcionar como
ídolo y aceptar una relación llena de críticas y ambivalencia,
admitir su propio envejecimiento, entre otros- y re-vivir
aspectos de su propia adolescencia y de la relación con sus
propios padres. Al mismo tiempo, deben hacer equilibrio
entre no ser, ni demasiado sobre protectores o invasivos, ni
demasiado permisivos o ausentes.
Ahora bien, si la estructura psíquica y el sostén afectivo
familiar del joven no logran soportar ni contener tales
estados, puede aparece el consumo de alcohol y/o drogas que la
sociedad y los grupos de pares ofertan, como paliativo del
malestar y de algunos momentos de alivio.
Como decíamos anteriormente, el eje del problema no
son las sustancias, sino, qué le pasa a ese joven que no puede
encontrar otras formas de elaborar y resolver los conflictos y
procesos que está atravesando. Hay que dilucidar para qué le
sirve la droga y por qué no puede encontrar otra manera de
encarar los obstáculos que se le presentan.
Si bien no todo adolescente que consume o prueba
drogas o alcohol se convierte en adicto, muchos pueden
llegar a serlo. Asimismo, no siempre es necesario un
tratamiento prolongado, algunas entrevistas con un
profesional pueden esclarecer la situación. En muchos casos
un acercamiento franco de los padres puede alcanzar para
ayudarlos a encontrar un camino que les dé más elementos
para resolver la crisis.
Uso problemático de sustancias y adicción
El concepto de “uso problemático de sustancias”
inmediatamente da lugar a pensar en un uso de sustancias
NO problemático. Y esto sencillamente es así, a la hora de
pensar en la infinidad de sustancias que cotidianamente
consumimos y que lejos de ser un problema, suministran un
beneficio. Y esto no solo depende de la sustancia en cuestión,
sino del modo, la dosificación, periodicidad y contexto en que la
consumimos.
Si consideramos que la palabra a-dicción significa
no-dicción, esto es, no decir, no hablar, estonos lleva a un
punto central, y es que en general una persona puede llegar a
padecer una adicción, por la imposibilidad de hablar de
ciertas cuestiones y no poder resolverlas a través del vehículo
privilegiado de la palabra, y de esta manera, convirtiéndose
en "esclavo del silencio",con todas sus consecuencias.
El uso problemático de sustancias, puede estar al
servicio de intentar anestesiar un dolor, aliviar la angustia,
insensibilizarse ante sentimientos displacenteros, tapar un
vacío, calmar la ansiedad, provocar un estado de
euforia, escapar de la monotonía y el aburrimiento, producir
un estado de ensoñación, y tantas otras motivaciones.
Por eso, si el consumo de drogas intenta resolver el
“malestar”, para resolver la drogadicción, debemos indagar
sobre el malestar, no sobre el consumo, o bien hacer encarar
el “problema” o motivo que llevó a la persona a consumir.
Situación que es difícil reconocer, ya que muchas veces,
se trata de paliar algún conflicto interno, que aquélla desconoce.
Las adicciones en general y la drogadependencia en
particular, es considerada por algunos autores y en especial
por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una
enfermedad crónica, progresiva y terminal; para otros, es un
síntoma que refiere una disfunción del sujeto, algunos la
describen como una conducta autodestructiva, y otros de
supervivencia, algunos refieren una patología psiquiátrica y
también una sociopatía de responsabilidad colectiva. En fin,
mientras estas definiciones muestran conceptualizaciones
causales y abordajes aparentemente disímiles entre si, en las
calles, continúa este fenómeno creciendo geométricamente.
Pero podríamos intentar una definición que englobe y
represente no solo a ellas, sino a la realidad en su conjunto,
deciendo: Que el uso problemático de sustancias (y no la
adicción) es una conducta sintomática con posibilidad de
enfermar, ofrecida y facilitada como alternativa, por la
sociedad actual, para evitar o sobrellevar el malestar.
Conceptualización de la patogénesis de las adicciones:
Partiendo de la premisa que la drogadependencia está
relacionada directamente con fallas en la socialización
primaria del individuo y que es la expresión que denota
dificultades en el ejercicio de las funciones parentales, como
son: ser objetos de satisfacción, de sostén afectivo, ideales
normativos y agentes socializadores, entre otras, podemos
considerar, que el mal desempeño del rol y funciones que
deben ocupar los padres como representantes y trasmisores
de una sociedad determinada en un sujeto, son por lo menos
una, de las claves que explica la patogénesis de las
adicciones.
Así la falta o incumplimiento del rol paterno como
representante de la ley, el limite y la autoridad, como su
borramiento por una madre sobreprotectora y desautorizante
del padre ante el hijo, condicionan o preparan el terreno para
que el pequeño sea privado de obtener la capacidad de
aceptar el límite, la falta,la postergación y la elaboración de pérdidas, o
dicho de otra manera, tolerar la frustración devenida de
estas. Luego a este niño le costará aceptar las leyes del
principio de realidad y seguirá esperando que todo lo que
anhele sea facilitado por esa madre omnipotente que en
definitiva, de lo único que lo ha privado, es de representar la
falta como factor de crecimiento y motorización del deseo. Pero el niño
crecerá y deberá asumir su propia vida, tendrá que enfrentar
responsabilidades y dificultades que la misma acarrea y
deberá necesariamente apartarse y desvincularse de su madre
benefactora. El punto es que existe un goce que no querrá
darse por perdido, y es aquí donde aparecen necesariamente
los sustitutos que intentarán compensar la “gran falta” (la
madre, el padre y también el niño que era). Aparecerán
sentimientos de soledad, que no es comprendido,
desamparado, confundido, huérfano, sin afectos, e incapaz de
comprender lo que está sucediendo y mucho menos, de cómo
salir de ese estado psico-afectivo perturbador. Es así, (al decir de
Winnicott) que cuando una madre ha sostenido una relación
posesiva, sobreprotectora y ahogante con su hijo, en la que
tanto ella como él se perciben como una sola unidad, cuando
ésta se aleja, el niño “se siente caer, siente que pierde su yo,
su ideal, su autoestima” y es allí que sentirá pánico,
derrumbe, vacío, y a la madre le ocurrirá otro tanto.
Algunos encontrarán una salida por la vía del amor o
de la sublimación, otros por la sexualidad, el estudio o el
trabajo. Pero sin duda están los que van por la vía de la
violencia, la trasgresión, el desafío, las drogas o el alcohol,
buscando mágicamente sin pérdida de tiempo, ni mucho
esfuerzo, sustituir la “gran falta” o mejor dicho, el mal estar
que esta produce, y así intentar colmar el vacío, disipar la
tensión, anestesiar el dolor y la angustia y de alguna manera,
recobrar, al menos por un rato, la añorada sensación de
completud, omnipotencia, perfección y protección, que la
madre brindaba, a la manera de fetiche. En síntesis, como
bien dice Hugo Mayer, “la drogadependencia es todo un
desplazamiento de la dependencia a personas, a la
dependencia a sustancias”.
Es así, que el límite que debieron ejercer los padres,
como instrumento que posibilita que el sujeto aprenda a
esperar, a postergar, a esforzarse, a insistir, a desistir de
aquello deseado, no operó, para permitir que éste logre poco
a poco escapar del imperativo de la demanda y su
consecuente actuar compulsivo. Pero muchas veces son los
padres, los que no soportan el sufrimiento del niño que se ve
limitado, y entonces allanan todo tipo de dificultades, para
mitigar su propio malestar, sin registrar el perjuicio que le
están ocasionando, y todo esto sin mencionar, cuando el
padre es incapaz de “acotar” a una madre que captura a su
hijo y donde éste, que registra a su madre como parte de si
mismo, se ve impedido de esta manera, de producir la
diferenciación, individualidad y propia existencia. Con un
entorno así, que todo lo cubre y lo pone a su disposición, el
niño crece acompañado de un gran sentimiento de invalidez
y baja autoestima, crece aburrido, caprichoso y
malhumorado, con anhelo de tener deseos, que no logra
obtener. Como dice Eduardo Kalina “luego curar a un adicto
es enseñarle a él, como a su familia, que existe el NO”
En algún momento, a quienes por todos los medios se
le evitó sufrir la falta o el NO a tiempo y justificado, cuando
ésta aparezca en la realidad, se tornará en un motivo de
tensión, excitación, angustia y señal de peligro, de la que el
sujeto tratará de defenderse para preservar su integridad
bio-psico-social; y si el contexto y la disponibilidad de sustancias
lo permiten, acudirá a ellas como medio para el alivio.
También debemos tener en cuenta que esta excitación generada
a partir de la falta, que recibe el psiquismo, tanto desde el afuera como
desde el adentro, funciona como una sobredosis excitatoria
difícil de ser elaborada o transformada de cantidad a calidad,
y esto deviene en angustia, insomnio, vacío, pánico, fobia,
etc. El sujeto tratará de sustraerse de esta sensación
desagradable por medio de un camino fácil y rápido que en
el mejor de los casos será distrayéndose con imágenes
televisivas, escuchar música a todo volumen, estar con otras
personas, hasta el extremo de llegar al consumo de
sustancias, para atenuar el malestar.
Es importante agregar, que estas fallas de las funciones
parentales, no se encuentran de manera alguna,
descontextualizadas de una sociedad que no solo no percibe
esto como dificultad y no tiene tiempo para el análisis
profundo de estas cuestiones, sino que además las incentiva
continuamente de diversas maneras, que veremos más
adelante, siendo otra de las razones que habilita a que crezca
esta problemática que nos convoca.
Prevención del fenómeno de las adicciones
Para explicar el fenómeno de la drogadicción debe
partirse de un enfoque multidimencional, según el cual,
podremos ver, que el proceso que lleva a un individuo al
consumo de sustancia tóxicas, está mediado por una
multiplicidad de variables, relacionadas con las
características del sujeto, la disponibilidad de sustancias,
y el medio contextual conformado por la familia, la
comunidad y la sociedad en general. Desde este marco
referencial, se entiende la prevención, como toda actuación
que busca el desarrollo de los factores de protecciónde las
personas y la disminución o eliminación de aquellos factores
de riesgo que hacen más probable el inicio al consumo de
drogas.
La prevención del consumo de drogas, debe abordarse
desde la familia, la escuela, el trabajo, y en cada espacio que
la comunidad ofrece, donde la transmisión de valores, la
formación y educación son fundamentales.
Por lo tanto es imprescindible pensar en la
implementación de acciones preventivas en relación a las
adicciones, que apunten a crear los anticuerpos necesarios
para enfrentar una situación tan delicada y creciente como la
drogadependencia y todas sus patologías asociadas como:
Violencia, S.I.D.A, Embarazo Precoz, Bulimia, Anorexia,
Alcoholismo, Accidentes, Delincuencia, etc.
Las acciones preventivas deben ser dirigidas a los
Padres, Niños y Jóvenes de la comunidad, y el enfoque debe
estar centrado en las causas y factores que inciden
potencialmente en el consumo de sustancias tóxicas
(prevención primaria), y no tanto en los efectos y
consecuencias de las mismas, que a veces, llega a ser
contraproducente o en el mejor de los casos inútil.
Los ejes temáticos de prevención primaria e
inespecífica que deberían tratarse con jóvenes y adultos,
entre otros, son : Autoestima – Tolerancia a la Frustración –
Comunicación - Libertad – Limites – Valores – Afectos -Toma de Decisiones-
Presión de Grupo – Familia y Adolescencia – Contexto Social –
Medios de Comunicación – Salud - etc.
También con los niños se pueden realizar talleres de
promoción de la salud (prevención inespecífica) sin
necesidad de hablar de drogas o bien, a lo sumo, según la
edad, referirse a la adicción al tabaco o alcohol.
Objetivos de la Prevención
Se enfatiza la prevención como una herramienta
fundamental mediante la cual intentamos evitar el uso de
sustancias o en su defecto retrasar el uso y abuso de las
mismas y sus consecuencias.
Sus objetivos más importantes son:
EDUCAR a los individuos para que sean capaces de
sobrellevar la vida, sin necesidad de relacionarse con drogas
o sustitutos perjudiciales, para si y para terceros.
RETRASARla edad de inicio del consumo, si no se pudo
evitar su contacto.
MODIFICAR aquellas condiciones del entorno sociocultural
que favorecen el aprendizaje del consumo y abuso de drogas.
INTERVENIR en las causas del malestar individual, bien
modificando aquello que lo produce, bien ayudando al sujeto
a superarlo.
OFERTAR ALTERNATIVAS de vida saludable.
PARTICIPARen red con otros actores de la comunidad.
DETECTAR precozmente trastornos de conducta que nos
anuncian alguna dificultad o discapacidad.
Para llevar a cabo con éxito cualquier programa de
prevención conviene tener en cuenta, entre otras, las
siguientes consideraciones:
El uso de drogas varía entre individuos, generaciones,
subculturas y sociedades. Existen diferencias en las
propias sustancias, en las formas de consumo, en las
motivaciones y expectativas. No se da una relación
simple y lineal causa-efecto; ésta viene determinada por
el propio individuo (su esquema de valores, creencias,
grado de madurez, etc.), su familia, grupo de iguales,
escuela, cultura, religión, medios de comunicación, etc.
Todo comportamiento se produce en un contexto sociocultural
concreto dentro del cual cobra sentido. Así,
conocer el significado que una determinada sociedad
otorga a la utilización de drogas, será más importante a la
hora de valorar el problema, que el propio consumo de las
mismas.
Factores de Riesgo
Se denominan factores de riesgo, a aquellas
circunstancias o características personales y ambientales que,
relacionadas con la droga, aumentan la probabilidad de que
una persona la consuma.
Los diversos factores de riesgo no pueden considerarse
de forma aislada, puesto que el consumo de drogas, como
cualquier otro comportamiento humano, implica una
interacción dinámica, en este caso, entre el individuo, su
contexto y la sustancia. Es decir, el uso de drogas, no vendrá
determinado por la presencia de un factor de riesgo, sino que
será como resultado de una pluricausalidad.
Puesto que son factores dependientes de procesos
dinámicos y cambiantes, no se puede pretender que sean
válidos para cualquier época o contexto.
El peso que diferentes variables ejercen como factores
de riesgo, varía para cada sujeto,en función del momento
evolutivo en que se encuentre, y del ambiente que le rodee.
Los factores de riesgo pueden propiciar el encuentro
con las drogas, pero no es posible establecer
una causa-efecto entre ambas variables.
Ninguno de los factores tiene un carácter
preponderante sobre los demás, ni tampoco son causa
necesaria o suficiente, para que se desencadene una
drogadependencia; sólo se puede hablar en términos de
probabilidad, pero nunca de causalidad o determinación.
Cuando hablamos de drogadicción, no podemos
establecer relaciones lineales de causa - efecto, sino de
factores predisponentes, condicionantes o de riesgo, sin
olvidar a los factores de protección, que funcionarán como
atenuante de los anteriores en un mismo momento o
encuadre.
Factores Personales –
* Escasa tolerancia a la frustración. Adoptar una
actitud intransigente ante la frustración conduce a menudo a
la búsqueda de gratificaciones inmediatas, sin valorar las
posibles consecuencias negativas a medio y largo plazo de
las mismas. Uno de los motivos de la misma, es la ausencia
de límites en el tiempo de la socialización primaria “la
frustración óptima” producida por el “NO” justificado y en el
momento apropiado por parte de los padres o tutores. Un
“No” límite, organizador, que referencia y posiciona, que
frustra la acción y el pasaje al acto, acrecentando el
deseo, con su correlato en la contención, explicación y
consuelo, por parte de los mismos que lo produjeron. (Padre,
patrón, medida, referencia, límite)
* Baja autoestima. Un auto concepto y valoración
pobre de sí, suele correlacionar con la falta de recursos de
autocontrol, manejo de situaciones y la “incapacidad” de
afrontar dificultades. Las personas afectadas por esta
característica pueden encontrar en la droga, un modo fácil de
evadir su propia realidad y así recurrir al consumo de
sustancias tóxicas, atenuando con frecuencia la percepción
de escasa autoestima que tienen muchos adolescentes,
permitiéndoles desinhibirse y accionar con aparente
normalidad.
La baja autoestima como producto de la devolución
que hacen los otros (padres, familiares, amigos, etc.) de su
propia imagen, marca la necesidad por parte del contexto, de
prestar atención y cuidados necesarios, para no solo
incentivarla en una medida prudente, sino cuidar de no
destruirla sistemáticamente.
Es necesario por tanto, trabajar y alimentar
prudentemente la autoestima, dado que su ausencia o leve
intensidad de la misma, acompaña a una amplia gama de
trastornos psicológicos que dificultan el desarrollo de la vida
personal, individual y social del individuo.
* Falta de conformidad con las normas. Estas
manifestaciones de rechazo, repudio o huida ante las reglas,
normas, valores o costumbres del grupo familiar o sociedad
en su conjunto, que se percibe injusta, y la búsqueda de
libertad frente a lo establecido, suelen ser variables típicas de
la etapa adolescente, pero cuando estas son acompañadas de
violencia y descontrol, pueden ser significativas respecto a
la conducta de uso y/o abuso de sustancias.
* Deficiente habilidad social:Las habilidades sociales,
permiten a los individuos mantener interacciones sociales
satisfactorias en el medio en el que se desenvuelven, por lo
cual referimos como deficiente habilidad social, a la
incapacidad de una persona para expresar sus deseos o
pensamientos, dar respuesta acertadas (asertividad) en
situaciones determinadas, de forma sincera y considerada.
* Alta necesidad de aprobación social y falta de
autonomía en la acción. Precisar en gran medida del
beneplácito de las personas próximas, puede llevar al
individuo a acomodar su conducta a lo que cree que el grupo
espera de él. De hecho, una de las motivaciones que con más
frecuencia verbalizan, quienes se han iniciado en el consumo
de drogas es, precisamente, la necesidad de aceptación e
inclusión, en el grupo de pertenencia.
* Endeble ante la adversidad. Las situaciones críticas
vitales como rupturas familiares, pérdida de seres queridos,
dificultades laborales, en definitiva, circunstancias en sí
mismas dolorosas o difíciles de sobrellevar, pueden hacer a
las personas más vulnerables, en relación al inicio y
consumo habitual de drogas.
* Sistema de valores personales. En los procesos de
socialización y construcción de la identidad, la
interiorización de valores, tiene un papel fundamental. Sin
embargo, existen individuos que no asimilan determinados
valores mayoritariamente aceptados (disociales). Esto
influye, en el sentido y valor que esas personas dan a la vida,
en la posición que adoptan ante ésta, y en sus expectativas de
futuro. Todo valor termina concretándose en actitudes
básicas, que a su vez, se manifiestan en determinadas
conductas. Si la falta de internalización de valores positivos,
conlleva actitudes de carácter negativo (escepticismo,
hedonismo, egocentrismo, falta de responsabilidad,...) es
probable que nos encontremos con las llamadas situaciones
de ”desviación social” cuyos protagonistas son precisamente
los sujetos de difícil integración comunitaria.
Adolescencia:
Si existe una etapa evolutiva en el desarrollo de la
persona en la que hay que apuntalar y orientar más
intensamente, con relación al consumo de drogas, es en la
etapa adolescente, en la cual se producen importantes
cambios fisiológicos, psicológicos y sociales. Son seres en
transición de la infancia a la juventud y a la vida adulta.
Estos cambios, imponen desequilibrios, dudas y temores
propios de alguien que está abandonando una posición social
de “hijo”, y comienza a incorporarse temerosamente al
“mundo joven” .
Este nuevo “rol” tiene necesidades propias, como la
búsqueda inconsciente de emanciparse de sus padres para
encontrar una identidad propiaque lo diferencie del resto,
aún de sus “pares”, a través de actitudes que responden a
nuevos valores, creencias y exigencias propias. Esta
independencia que no puede concretarse en lo real (su casa
propia o espacio propio), ya que se ve negada por las pocas
posibilidades materiales o económicas, comenzará
haciéndolo desde lo ideológico, buscando diferenciarse de
los adultos (padres) como sea. De ahora en más, se opinará y
actuará sistemáticamente en oposición a ellos, se vestirá en
forma diametralmente opuesta, se hablará en otro lenguaje,
se comerá otro tipo de comidas (chatarra), también sus
valores, religión, posturas ideológicas y otras costumbres, se
verán afectadas por causa de la necesidad de encontrar una
fisonomía propia, que a veces llega a ser de manera
agresiva.
El adulto es visto como representante de la norma y la
autoridad ante quien hay que revelarse, sintiendo la
necesidad interior de forzar al máximo los límites que la
sociedad, a través de los adultos, le impone con sus
prohibiciones. La droga, también funciona, en muchos
adolescentes, como elemento diferenciador y desafiante ante
el mundo adulto y ante sus pares.
El joven saldrá de “fiesta” bien tarde, cuando la
ciudad esté vacía de adultos, aprovechando que los “dueños”
duermen y no controlan, no vigilan sus acciones, ni dan
ordenes. El espacio de la ciudad es solo para ellos, al igual
que su intocable habitación. La “fiesta” es individual, y
consiste, no, en estar con otros jóvenes, sino en sentirse libre
de la mirada del adulto, libre de responsabilidades y
obligaciones, de elegir lugar, compañía y la hora de regreso,
que será siempre antes de que se despierten los adultos
controladores.
Todo lo anteriormente dicho se relaciona con la
autonomía personal, que no da cuenta, al principio, de
como conseguirla, pero sí se tiene en claro, como no hay que
ser, ya que el adolescente, en sus inicios, construye sobre la
base de la oposición.
El joven, que está abandonando a los agentes de
socialización primaria (sus padres), con todo lo que eso
significa (temores, inseguridades, dudas, etc) siente la
necesidad de no estar solo, por lo cual tendrá un nuevo
grupo de pertenencia, compuesto por amigos con quien
identificarse y autoafirmarse en sus creencias, valores y
costumbres como también poner a prueba sus ideas,
capacidades y sentimientos, pudiéndose ver en el espejo
de los otros en que medida es aceptado, valorado, o bien,
rechazado. El grupo funcionará como punto de referencia y
regulador de conductas, (presión de grupo) que a su
vez se ve influenciada por la denominada “cultura joven”,
con sus ídolos, mitos y modelos que los medios de
comunicación se ocupan de transmitir y amplificar. Estos,
producen un fuerte impacto en la formación de la identidad
de los jóvenes, al propagar modelos esteriotipados o
asimilando al tabaco y al alcohol, con libertad, amigos, sabor
del encuentro, fiesta, música, diversión, belleza, poder,
paraísos, sexo, deporte, etc., y corriendo el riesgo de
producir una identificación forzada,en preadolescentes que
no tengan suficientemente desarrollada su capacidad crítica.
Pero cuidado ! , no pensemos que el consumo de drogas es
cosa de los adolescentes, la manera de educar y nuestra
preocupación como padres en los primeros años, es la mejor
base, para un desarrollo maduro de nuestros hijos, donde
nuestras actitudes son fundamentales para la formación de su
personalidad, su autoestima y manejo de conflictos.
No olvidemos que en la adolescencia se produce:
Búsqueda de la autonomía personal
Inestabilidad emocional
Necesidad de diferenciación
Necesidad de emancipación
Transgresión del mundo adulto
Cambios continuos de ideas
Autoafirmación a través del grupo
Necesidad de integración grupal.
Puesta a prueba su identidad.
Solo entre sus iguales es quien cree y desea ser.
Nuevo soporte afectivo y protector.
Punto de referencia de sus ideas y valores.
Nuevas reglas grupales.
Solo se integra al grupo si se hace lo que los demás.
Es muy común ver a los padres preocuparse cuando
sus hijos dejan de ser confidentes con ellos, ya no desean
compartir las mismas cosas como lo hacían antes, y más aun,
cuando comienzan algunos cambios como los que
mencionaremos en el cuadro que sigue. Pero no dejemos que
estos síntomas nos confundan o preocupen más de lo
necesario, ya que los mismos son propios y comunes en la
mayoría de los adolescentes, y no necesariamente están
relacionados con la droga.
No son indicadores de riesgo:
- Respuestas inadecuadas e intempestivas.
- Habitación desordenada .
- Parece estar atento solo así mismo.
- Se acuesta tarde.
- No es colaborador.
- Deja sus cosas tiradas y sucias.
- Duerme demasiado.
- Le gusta estar tirado escuchando música durante horas.
- A veces casi no habla, ni cuenta sus cosas como antes.
- No respeta los horarios.
- Discute por tonterías.
- Está malhumorado.
- Busca cambios de estado de ánimo.
- Sentimientos de soledad y angustia.
- Cambios en su vestimenta.
Sin embargo, existen otras actitudes también propias
de la adolescencia que debemos observar con detenimiento,
ya que si se presentan en forma conjunta, reiterada o
permanente, por lo menos tres o más de ellas, pueden
considerarse un factor de riesgo o síntomas de alerta
en relación al consumo de drogas:
- Exagerada violencia en su rebeldía.
- Exagerado despego familiar.
- Dificultades en la comunicación.
- Falta de amigos.
- Conductas severas en la escuela.
- Problemas en el aprendizaje.
- Acercamiento a compañías inadecuadas
- Exagerada tendencia al consumo y al gasto.
- Tendencia a la mentira.
- Uso indebido de bienes y dinero.
- Exagerada inseguridad o autoexigencia.
- Angustia y llanto frecuente.
- Ideas de muerte.
- Temores infundados.
- Exagerada omnipotencia.
- Actividades inadecuadas para su edad.
- Exagerado apego a uno de sus padres.
- Desgano,abulia o marcada apatía.
- Intensa reacción de ira y descontrol.
- Ausencias frecuentes y prolongadas del hogar.
- Síntomas físicos sin causa de enfermedad aparente.
Estas señales deben ser evaluadas por su intensidad ,
frecuencia y su contexto. No debemos alarmarnos en forma
exagerada, de tal manera, que no podamos ser una ayuda,
para alguien que espera que lo apuntalemos y guiemos,
frente al malestar interior, evidenciado en esta producción
de actitudes.
En síntesis, podemos observar que si los padres y
adultos en general, prestamos atención, existen bastantes
parámetros a tener en cuenta para prevenir o detectar precozmente
algún tipo de trastorno de conducta, que habilite llegar al
consumo de sustancias tóxicas a un individuo que a través
de los mismos, está pidiendo ayuda y suplicando en silencio
que le presten atención.(Lo que no se dice, se actúa)
En una forma muy conceptual y resumida, el cuadro
siguiente nos deja visualizar algunas razones por las cuales
muchas personas experimentan con drogas:
Muchos experimentan con drogas :
Por una patología psíquica de base.
Por la presión de grupo
Por el ejemplo de los adultos
Para sentirse grandes
Para rebelarse contra la autoridad del adulto
Por curiosidad
Para divertirse
Por problemas de crisis afectiva y evolutiva
Hasta aquí, hemos podido observar en forma muy
general y sin entrar en detalle, las diferentes variables que se
juegan entre los FACTORES PERSONALES relacionados
con el uso problemático de sustancias.
En adelante veremos algunos
FACTORES FAMILIARES, que interactúan con los anteriores
y que deben observarse con detenimiento y autocrítica, para una
mejor detección y prevención de la problemática adictiva.
Estudios de los Dres. Stanton (Universidad de
Rochester, USA) nos muestran que la droga se
implanta en las familias desorganizadas y en situación de
desventaja cultural, con mayor prevalencia (50 %).
Hoy las exigencias de la vida cotidiana en las grandes
urbes, ha logrado la hiperactividad cotidiana, que
paradójicamente, en la era de las comunicaciones, nos
permite estar al tanto de lo que sucede en el otro extremo del
mundo, pero muchas veces no sabemos que le pasa, o siente,
aquel que vive con nosotros bajo el mismo techo.
* Factores de Riesgo Familiares
La familia es el primer agente socializador en cuyo
marco se configura la personalidad de los individuos. Por
ello, la interacción entre sus miembros y el ambiente
familiar, constituyen un importante foco de atención, en el
estudio de las adicciones, entre otros temas.
Los factores de riesgo más relevantes guardan relación
con:
El modelo familiar.
El estilo educativo.
El clima afectivo.
- El modelo familiar.
La observación directa y el modelo en que se
desarrolla la familia, pueden ser procesos por los que se
adquiere una conducta.
El estilo de vida de los padres influye poderosamente
en los valores, actitudes y comportamientos de sus hijos.
Cuanto más discrepe ese estilo parental del consumo de
drogas, cabe esperar, que mayor sea el alejamiento de los
hijos respecto a las mismas y viceversa.
- Estilo educativo de la familia.
Diversos estudios avalan la relación entre los patrones
de disciplina y supervisión parental, con el consumo de
drogas.
Se pueden distinguir al menos los siguientes estilos
educativos de riesgo:
Ausencia de límites o de normas claras y consistentes,
provocada tanto por padres excesivamente permisivos,
como por aquellos que no distinguen entre el ejercicio de
su autoridad y el abuso de poder.
Sobreprotección o ausencia de la misma . Se ha
afirmado que tanto el exceso de protección, como la
conducta indiferente por parte de los padres, a menudo se
corresponde con el inicio en el consumo de drogas.
En relación con lo anterior, la rigidez de las estructuras
familiares tampoco facilita el proceso de independencia,
autonomía y maduración de sus miembros; éstos pueden
aprender a comunicarse de manera sumisa, acatando todo
cuanto se les dice o bien creando claros enfrentamientos con
sus progenitores.
Falta de reconocimiento: el grado de autoestima del
niño o adolescente, depende en gran parte, de las
actitudes que adopte la familia frente a él. La ausencia de
aprobación ante sus logros, conlleva un sentimiento de
inseguridad que se verá traducido en un auto concepto
negativo.
El clima afectivo en el hogar.
Los lazos afectivos y la comunicación entre los
miembros de una familia, son esenciales para la estabilidad
emocional de sus componentes.
En concreto, se vinculan con el consumo de drogas las
siguientes relaciones negativas:
Deficiente grado de interacción y de apoyo entre los padres.
Conflictos familiares frecuentes y defectuosa comunicación
entre sus miembros.
Imagen de falta de cohesión, de seguridad y de
protección.
Falta de sentido de pertenencia y de disfrute en el núcleo
familiar.
La Familia “Tipo” no es garantía de nada:
La familia “tipo” o “normal”, que cada uno puede
imaginarla como quiera o pueda, también es factible de tener
en su seno un integrante con dificultades ante sustancias
tóxicas. Esta familia tipo, se manejó con valores, conductas,
roles, afectos, y demás, sumamente sanos y recomendables. En
ella no se percibe ningún trastorno ni vulnerabilidad, ni
riesgo alguno entre sus componentes. Sin embargo, algo
pasó, o algo no pasó, y entonces aparece el concepto de
“fallas de omisión”, donde no se registró que había alguien
diferente, con necesidades y valores diferentes. Quizá esta
familia omitió reconocer los síntomas de riesgo mencionados
anteriormente o bien no supieron interpretar algunos
reclamos de alguno de sus miembros, realizados (con letra
chica), por medio de trastornos de conducta, dificultades en
el aprendizaje, conductas antisociales, silencios, tics,
violencia, cambios de ánimo, etc. y recién, solo recién,
cuando aparece la droga, (un reclamo con letra grande), es
percibido que algo no está bien, y se toman cartas en el
asunto.
Hoy el 70% de los menores institucionalizados en
sistemas penales no han vivido con su padre biológico y no
han encontrado una figura paterna sustituta.
Tengamos en cuenta:
Familia de riesgo
Falta de comunicación
Falta de límites a tiempo
Destrucción de la autoestima
Doble mensajes
Adicciones en la familia
CONTINUA EN PREVENCION DE ADICCIONES (2da. PARTE)
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